el proceso de orientación vocacional

Aunque el proceso de orientación vocacional debería comenzar en la niñez, que es cuando se manifiestan en forma espontánea las habilidades específicas y los intereses de una persona; en la práctica recién cobra vigencia durante el cuarto año del colegio secundario, considerado el momento más adecuado para comenzar a indagar sobre este tema.

Un proceso de orientación vocacional consiste en lograr a través del transcurso de los dos últimos años del secundario, elegir una carrera universitaria o terciaria o una capacitación para ejercer un oficio; con más precisión y racionalidad; para evitar errores y deserciones posteriores que le harán perder a los jóvenes lo más valioso que tienen, que es su tiempo.

La orientación vocacional es un proceso que requiere de un aprendizaje y de una maduración que les brindará la oportunidad de aprender a tomar decisiones; y que no solamente les servirá para orientarlos hacia su vocación sino que será una de las mejores herramientas para conducirse en la vida y elegir su destino.

Es un modelo de toma de decisión, la forma más adecuada de elegir carrera teniendo en cuenta la vocación, las capacidades, las habilidades específicas, la personalidad, los intereses y las aspiraciones de los sujetos; entre la enorme diversidad de opciones que existen, que hay que llegar a conocer bien, para que puedan desarrollarse, crecer y participar con su trabajo y creatividad en la sociedad en que viven.

Exige apertura mental para considerar no sólo lo que les gusta sino también lo que rechazan porque no conocen.

La tarea de elegir profesión u oficio no es sólo personal sino que debe contemplar las condiciones de vida; la familia, el lugar en que viven, las posibilidades económicas y las circunstancias por las que atraviesan, porque no somos seres aislados, somos personas sociales con un compromiso moral de devolver a la sociedad en forma creativa, todo lo que nos ha dado.

Hacer lo que a uno más le gusta no es una pretensión egoísta sino una necesidad social, porque solo el que está haciendo lo que le satisface puede ser provechoso y podrá aportar las mejores ideas tanto para él como para sus semejantes.

Cada persona es diferente y tiene que cumplir su propósito de acuerdo a sus potencialidades, lo que le brindará sentido a su existencia y lo que hará que le sea posible hacer felices a quienes lo rodean.

Todos tenemos una o varias habilidades personales que cuando las practicamos nos hacen perder la noción del tiempo; y reconocer y desarrollar esa capacidad es el derecho de cada uno.

La orientación vocacional empieza en la niñez, porque es en los juegos infantiles que escogen los niños donde se va delineando su perfil, su personalidad, sus intereses, sus habilidades específicas, sus capacidades especiales y su inteligencia.

Este proceso impulsa a proyectarse en el futuro, tarea difícil para los jóvenes que están atravesando la adolescencia y sólo pueden ver el presente.

Es un esfuerzo que los obligará a imaginar cómo se quieren ver en el futuro, quiénes quieren ser, que posición social desean ocupar, con quienes se identificarán y que estilo de vida preferirán. Porque lo que quieran ser una vez adultos, tienen que empezar a visualizarlo hoy y hacer lo que esté a su alcance para lograrlo.

Una alta autoestima es indispensable para cumplir con los proyectos y ésta se puede elevar cuando se es capaz de proponerse metas y cumplirlas, y cuando se comportan como les gustaría que se comportaran los demás.

No se trata de una condición externa sino interna, es la convicción de que somos tal como las personas que admiramos y que queremos imitar.

Todos tienen oportunidad de trascender sus límites, porque la decisión de ser o no ser la persona que realmente se puede llegar a ser, siempre será tarea de uno mismo.

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