Bienvenidos a Casarabonela
Casarabonela es uno de los pueblos que mejor ha conjugado su pasado romano, musulmán y cristiano. Conserva así buena parte del trazado propio de la antigua Quasr Bunayra, con sus calles estrechas y empinadas, sus blancas fachadas que miran al valle, que miran al mar.
Pueblo de postal donde los haya, se halla rodeado de huertas en bancales que suben desde el fondo del valle hasta el pie mismo de la sierra en busca de los manantiales. Pero no acaba aquí el territorio de Casarabonela. En el centro, rodeado de olivares y campos de cereal se levanta la sierra de La Robla (563 m.), que entre pinares se asoma a sus hermanas mayores de la Serranía y a los campos de Alora y Pizarra, en el corazón del Guadalhorce.
Las tierras de este municipio se adentran en la comarca rondeña por las sierras de Alcaparaín y Prieta, y se acercan al río Turón. La riqueza de flora y fauna así como la enorme variedad paisajística facilitaron su integración en el Parque Natural de la Sierra de la Nieves, declarada por la UNESCO Reserva de la Biosfera en el año 1995.
El terreno va perdiendo altura hacia la zona central del territorio, donde abunda el olivar y el cultivo de cereal, mientras que alrededor de la población se observa el esfuerzo del hombre por ahormar el terreno, y su rica huerta, heredada del arte del regadío introducido por los árabes, junto con sus numerosos caños y fuentes, que alivian la sed del viajero en los calurosos días de verano.
Casarabonela, de casas blancas en calles que serpentean en cuesta, conserva el color y el sabor de los pueblos blancos andaluces, con recoletas plazas, como la del Ayuntamiento, con su pequeño edificio de balcones volados con dinteles, sus farolillos y reloj sobre un frontón, y casas en las que son frecuentes las hornacinas donde se rinde culto a determinadas imágenes de devoción popular.
Dentro de su término municipal se puede disfrutar de un entorno montañoso de gran belleza, como ocurre con Sierra Prieta, a cuyas faldas se acuesta este pueblo blanco. Desde la cima de esta pequeña cordillera se obtiene una de las mejores perspectivas del Valle del Guadalhorce, donde el agua se convierte en uno de los elementos más simbólicos de este paisaje. De hecho, a esta zona de Casarabonela se le conoce por la calidad y la cantidad de sus acuíferos.
Casarabonela es un pueblo rico en costumbres singulares, como La Pasión en Semana Santa o las Cruces de Mayo, o su Feria a finales de julio, en honor al Apóstol Santiago, aunque la tradición religiosa que más se ha divulgado es la Fiesta de los Rondeles. Cada noche del 12 de diciembre los vecinos del pueblo procesionan a la Divina Pastora por las calles del pueblo para darle gracias por la cosecha de aceitunas.
El recorrido de la imagen está marcado por la presencia del fuego, ya que "los molineros" prenden fuego a los capachos empapados en aceite, los "rondeles". Es sin duda alguna, una fiesta que merece la pena conocer.
Ven, acércate...
Amaly