Es una pérdida de tiempo estar aquí empeñada en domar estos ojos tan insomnes como túneles.
Lo intento una y otra vez, pero el sueño se enreda en las aspas del ventilador incapaz de amainar calor y desvarío.
En el vaso se ha caldeado el agua. Vuelvo a mirar el reloj y la carcajada de las cinco reverbera en mi frente.
Cierro los ojos, provoco a la pereza, rezo al olvido, limo alfileres en las sienes decreto calma a las arterias…
¡Que alguien acabe con este simulacro de siesta!
Retorno a la lectura, así aligeren las horas del domingo, así pueda restar cansancios al verano, así aparezcan las musas que me esquivan.
Un Niágara de palabras navega en mi memoria y el leve rocío de un verso se me niega.
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