Generoso nombre asiste a vuestra vida aunque en el no creais la esperanza os bautiza.
Os reconozco en las ondas y en las liturgias del aire como al polvo de estrella o el crepúsculo de la tarde.
Vuestros labios melosos bamboleaban tristezas y el brillo de tus ojos se nublaban acuosos cargados de menta.
Siento las silabas rotas de vuestra garganta susurrando furiosas los alaridos del alma.
En vuestras entrañas lacera una miel amarga que consume la ansiedad Importunando a la esperanza.
Zurcido a vuestro cuerpo también ronda el crédito de una vida generosa y placentera y un futuro esperanzador y cierto.
El Dios que está con nosotros os protege desde vuestro nacimiento portando en su mano al mundo quiere ceñirlo en vuestro pecho grano a grano velo a velo.
La llama que os guía, que no perezca, y le dé luz y calor, a vuestro joven corazón que emulsionado de sazón siempre late con ardor.
Ese sol que os irradia es la brújula del destino que hilvanado a vuestro sino, va haciendo senda y camino.
Peregrinas de la vida, no os malgasteis en los laberintos de la senda, y tomeis como escudo los quebrantos de vuestro cuerpo.
Míraos en el fondo del pecho, como crece generosa la flor que germina victoriosa arrebatando vuestro aliento.
Quitando a la apariencia, solo somos un poco de agua polvo que vuelve a la tierra, y átomos que circundan la nada.
Vuestra energía que quede en la memoria y en los labios de quien os ama pétalos para la vivencia y perfume para el alma.
Ese olor tan entrañable que identifica la añoranza que un día de labriega se tropezó con vuestra alma.
Regad, sembrad, abonad y labrad, que ya vendrá la cosecha, y recogereis la grana, el trigo será vuestro alimento, y dejad que vuele la paja.
Compañeras de camino mi amigas de batallas, os llevo en mi regazo, en mi sueño y en mi alma.
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