
La presencia del otoño se siente ya... El aire mueve dócilmente el ramaje de los árboles entre tanto las hojas desploman perezosamente y se alojan en el suelo fangoso por la brizna. Es un espectáculo extraordinario y meritorio de disfrutar, la taza de café dan calor a mis manos frías, en la radio toca una canción de amor y entonces instintivamente hurgó dentro de mi bolso buscando un tesoro que es una hoja dañada por el manejo del que ha sido victima, ¿pero como no serlo? Si a veces es inadmisible pasar de esas palabras que son verdaderas caricias al corazón. Es la esencia de ese escrito la que lo hace individual.
Y la luna habló. El fresco rocío se deslizaba entre las secas hojas de otoño. El cielo parecía recuperar otra vez su negro atuendo. La pasión del agua inundaba el paisaje.
Sabia decisión del jilguero: cansado y atormentado por los vientos del oeste, arrancó de sus entrañas fantasías tintadas en color ocre. Y se fue... se fue a descubrir horizontes nuevos.
Perfecta tristeza de una gran ave.
Amanecer soleado, atardecer frío. Copas verdes de cristal. Recuerdos en si bemol. Distancias infinitas y caminos inciertos.
Son recuerdos en si bemol...


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