Hablar de nuestros problemas y de nuestros estados emocionales es la mejor manera de resolver los conflictos.
Esta afirmación la prueba la eficacia que puede tener una terapia psicológica, que es la oportunidad de exponer sin trabas todo lo que nos pasa, que nos hace sentir aliviados y más comprendidos.
También está demostrado el resultado beneficioso de una buena negociación a través del diálogo donde las partes en conflicto pueden expresar cada uno lo suyo y tener oportunidad de escuchar los argumentos del otro para llegar a un acuerdo que concilie ambas posturas.
Desde el punto de vista personal, las mujeres parecen ser las únicas que pueden beneficiarse con esta estrategia, porque según un estudio realizado en el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, a los hombres no les agrada hablar de sus conflictos porque creen que es inútil.
Esta dificultad masculina para expresar sentimientos y poder discutir sobre los problemas, podría ser una manera de eludir responsabilidades.
Pero también se relaciona con la larga tradición de la masculinidad, cuyo rol supuestamente es el de resolver problemas sin necesidad de hablar del asunto.
Dejando de lado las diferencias individuales, es cierto que las mujeres parecen hablar más que los hombres, ya que estudios realizados por la doctora Elena Levin, médica psiquiatra y directora de postgrado en ginecopsiquiatría de la Universidad Favaloro, muestran que los cerebros femeninos son tanto anatómica como funcionalmente, diferentes y la mujer puede llegar a articular veinte mil palabras por día mientras que los hombres apenas puede emitir siete mil.
Sin embargo, otro estudio realizado por un hombre, el psicólogo de la Universidad de Texas, James Pannebaker, que se especializa en escritura terapéutica, dio un resultado diferente.
Aunque reconoció que la población que se prestó a la prueba tenía características homogéneas que podrían influir en el resultado de la investigación como variables intervinientes, su conclusión fue que las mujeres utilizaron 16215 palabras y los hombres 15669 durante el experimento, lo que muestra una diferencia poco significativa entre unos y otros como para confirmar la hipótesis de que las mujeres hablan más que los hombres.
Pero los académicos coinciden en que a pesar de que los números no son elocuentes, es importante considerar que los contenidos de la comunicación femenina y masculina son muy diferentes.
Mientras las mujeres tienden a hablar de temas emocionalmente más profundos, los hombres tienen más inhibiciones en ese terreno y son reacios a mostrar que también pueden ser vulnerables, o reconocer sus conflictos sexuales o sus temores.
La doctora Levin afirma que el cerebro femenino funciona en forma más eficiente desde el punto de vista cognitivo, puede integrar ambos hemisferios para procesar el lenguaje y todo en su cerebro está conectado con todo.
Según investigaciones de la neuropsiquiatra de la Universidad de California, Louann Brizendine, autora del libro “El cerebro femenino”, existen diferencias de género desde la vida intrauterina.
En el varón, después de las ocho semanas de gestación, comienza a bombear un gran volumen de testosterona en detrimento de los centros de comunicación, en tanto que en la mujer, las células cerebrales desarrollan mayor cantidad de conexiones en los centros de comunicación y en las zonas donde se procesan las emociones.
Mario Zerkowski, que es químico y que forma parte de un grupo de reflexión sobre masculinidad, confirma que los varones, cuando se reúnen, no hablan de sus sentimientos o emociones. El mito del héroe les impide mostrar flaquezas y sólo se sienten cómodos expresándose con dureza, celebrando sus triunfos, hablandi de política, de futbol, de negocios o de mujeres, pero rara vez se comprometen en charlas íntimas.
Esto puede deberse a que el hombre tiende a la acción mientras las mujeres buscan las soluciones a través del diálogo, dice el psicólogo Guillermo Vilaseca, que coordina talleres de reflexión sobre masculinidad, porque para un hombre, lo más importante es sentirse orgulloso de su potencia.
Vemos que el modelo antiguo de masculinidad todavía está plenamente vigente y que el nuevo modelo masculino aún no ha nacido.
Fuente: “Para ellos, hablar es perder el tiempo”, Tesy de Biase para la Nación, agosto 2011.