¿Sabías por qué decimos que LAS RECLAMACIONES AL MAESTRO ARMERO para rechazar quejas nimias a las que no se ve solución?
La frase también se usa para expresar que nadie se hace responsable del hecho negativo que se menciona.
Felipe V creó el cargo de maestro armero en 1703, cuando las picas dieron paso al fusil como arma única de la infantería, puesto que su mayor coste y sofisticación así lo requería.
Los maestros armeros cuidaban del mantenimiento y la reparación del armamento de su batallón. Y a ellos acudían los soldados con sus reclamaciones cuando algún arma presentaba un fallo.
Es de suponer que la tropa acudiría constantemente al maestro armero al mínimo contratiempo con la nueva arma. Incluso por simplerías. Así que la más mínima reclamación era a él remitida.
Con el tiempo, y frente a cualquier reclamación o reproche acerca de algún asunto simple, se decía ¡a reclamar al maestro armero! como si se dijera ¿y a mí que me cuentas?