Una lectura
Una lectura realizada de forma rápida
y mecánica, por extensa que ésta sea,
poco provecho suele dar, porque no se
trata de la cantidad de información que
contiene sino de la comprensión y posterior
asimilación que hagamos de la misma.
Para que una lectura sea realmente
provechosa, es conveniente emplear el
tiempo necesario para razonar su
contenido, el cual una vez
digerido y asimilado, nos aporta
sabiduría que podemos aplicar en
nuestra vida cotidiana.
Muchas son las personas que en su
hacer diario siguen condicionadas por
lo que opinen o digan de ellas los demás.
Una errónea actitud que les perjudica
seriamente, privándoles de ejercer su
libertad y posiblemente con el agravante
de no sentirse bien consigo mismas por
obrar en contra de lo que piensan
y sienten en su interior. Precisamente lo
correcto, es hacer todo lo contrario, y
seguir el dictado de nuestra conciencia
que sabe mucho mejor lo
que nos conviene, puesto que conoce
nuestros pensamientos, sentimientos
y obras, y por lo tanto, es ella quien más
puede pesar a la hora de decidir o llevar
a cabo alguna acción.
Sin embargo, la opinión ajena, desconoce
por completo todo cuanto ocurre en nuestro
mundo interior, que por su particularidad es
completamente diferente a cualquier otro,
ya que cada persona es original y única
por naturaleza.
De la red
