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Entonces dijo una mujer: Háblanos de la Alegría y de la tristeza. Y él contestó: Vuestra alegría es vuestra tristeza sin mascara. Y el mismo pozo que origina vuestra risa se puebla a menudo de vuestras lágrimas. ¿Y cómo podría ser de otra manera? Mientras más hondo cave en vuestro ser la tristeza, más capacidad tendréis para llenaros de alegría. ¿No es la copa que contiene vuestro vino la misma que fue cocida en el horno del alfarero? Y el laúd que acaricia vuestra alma, ¿no es aquella madera que a cuchillo fue tallada?. Cuando estéis alegres, mirad profundamente en vuestro corazón y hallaréis que quien os trajo la tristeza es el mismo que os está dando la alegría. Y cuando estéis tristes, mirad de nuevo en vuestro corazón, y veréis que, en verdad, lloráis por aquello mismo que constituye vuestra delicia. Hay entre vosotros quien dice: La alegría es más grande que la tristeza. Y otros dicen: No, la mayor es la tristeza. Pero yo os digo que una y otra son inseparables. Juntas llegan, y cuando una viene a sentarse a vuestra mesa, recordad que la otra, dormida, está en su lecho.
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