
¿Sabías por qué PONER LOS PIES EN POLVOROSA es una expresión alude al hecho de huir con rapidez?
Hay una versión, un tanto pintoresca, que remite el origen del dicho a un hecho histórico.
Allá por el siglo IX, Alfonso III, el Magno, rey de Asturias —preocupado por las incursiones de los moros en su territorio— libró una dura batalla contra los sarracenos del emir de Córdoba en un lugar cercano al río Órbigo, provincia de Palencia, en los campos de Polvorosa (Pulvararia o Pulveraria, en latín). Ayudado por un eclipse que facilitó la sorpresa del ataque, consiguió una gran victoria y sus enemigos huyeron precipitadamente; es decir, pusieron pies en polvorosa.
No obstante, también puede pensarse que la frase se originó en la jerga de los delincuentes de los siglos XVI y XVII, en la llamada germanía (la lengua de los germanos, ‘hermanos’), en la que polvorosa significaba ‘calle’. Algunos, más escépticos y seguramente más prácticos, remiten al rastro de polvo que va dejando quien huye velozmente.
La primera versión la divulgó Sbarbi en El Averiguador Universal, en el que, además de citar la polvareda que levanta el que huye y el lenguaje de germanía, considera más probable la versión de Alfonso III. Esta versión fue recogida posteriormente y dada por cierta en otras obras, como en Del dicho al hecho de Esteban Giménez.
Pero otros estudiosos como Julio Casares, José María Iribarren y Pancracio Celdrán dan como verdadera la explicación de que polvorosa es el nombre que se le da al camino o senda en el lenguaje de germanía; pues era un habitual mecanismo la sustitución de un sustantivo por un adjetivo que expresara una cualidad principal.
Entonces la calle era llamada polvorosa en alusión al polvo que en el camino abunda. Y la frase refiere la polvareda que levanta al huir el pícaro que, sin oficio ni beneficio, vive a salto de mata del producto de sus robos, presto a echar a correr en cuanto se advierte su presencia.
