Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin
recuerdo, sin reconocer tu mirada, sin mirarte,
centaura, en regiones contrarias, en un
mediodía quemante:
eras sólo el aroma de los cereales que amo.
Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando
una copa en Angola, a la luz de la luna de
Junio, o eras tú la cintura de aquella guitarra
que toqué en las tinieblas
y sonó como el mar desmedido.
Te amé sin que yo lo supiera, y busqué
tu memoria.
En las casas vacías entré con linterna a robar
tu retrato.
Pero yo ya sabía cómo era.
De pronto mientras ibas conmigo te toqué y
se detuvo mi vida:
frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas.
Como hoguera en los bosques el fuego
es tu reino.
D/A