El ser humano es la unidad del cuerpo, la mente y el espíritu.
Un cuerpo sano ayuda a tener una mente sana; y el espíritu es el que nos pone en contacto con nuestra verdadera esencia, nos libera de los condicionamientos y nos permite trascender a un nivel superior.
El espíritu es lo que nos impulsa a buscar nuestro propio rumbo y a emprender el camino de la realización personal.
Es necesario encontrar tiempo para estar solo con uno mismo, para aprender a valorarnos, a aceptarnos como somos y lograr la serenidad interior.
Ese contacto con nuestra interioridad nos hará más creativos, nos permitirá dejar de lado las influencias externas y aprender a enfrentar los problemas desde una perspectiva más amplia.
Solamente cuando estamos sumergidos en un mar de conflictos es cuando sentimos la necesidad de conectarnos con nuestro espíritu, que es la única fuerza capaz de darnos paz y serenidad en los momentos difíciles.
La espiritualidad no implica adherirse a una creencia o religión, ni obliga a cumplir con rituales específicos. Tampoco se trata de hacer promesas o sacrificios para sentirse protegido.
La espiritualidad es un poder que todos tenemos a nuestro alcance, que nos da todo sin exigirnos nada.
Ser espiritual es tener conciencia de que formamos parte de un todo y de la importancia de nuestra existencia.
El conocimiento interior nos permite saber cuál es nuestra misión en la vida y estar abiertos a todas las posibilidades sin prejuicios.
El espíritu humano es siempre joven y perfecto y está más allá de las creencias y las preocupaciones de la mente.
Cuando tomamos decisiones tomando como referencia a nuestro espíritu, logramos la plenitud, o sea la sensación de no necesitar nada para disfrutar de cada momento de la vida y ser feliz.
La espiritualidad surge espontáneamente, sin ningún esfuerzo, porque está en cada uno de nosotros, solamente tenemos que estar atentos y dispuestos.
Solamente cuando nos damos cuenta de que somos seres espirituales que tenemos un cuerpo y no cuerpos que tienen un espíritu, estamos en condiciones de vivir una vida plena sin zozobras.
Para dar este gran paso en la evolución se comienza con la auto observación, siendo totalmente conscientes de todos nuestros actos.
Estar atentos a todo lo que sucede hace que nos conozcamos mejor, que nos comprendamos más a nosotros mismos, nos aceptemos y nos perdonemos, porque somos seres perfectibles pero no perfectos.
Solamente las personas que reconocen su espiritualidad pueden relajarse y vivir cada momento sin miedo, intensamente y sin pensar en otra cosa.
La angustia de vivir no la produce el momento presente, surge del pasado y de la preocupación por el futuro, cuando no creemos en nuestra fuerza interior.
Estar preocupado es renunciar a vivir hoy por aferrarse al ayer y negarse a hacer algo nuevo por temor al cambio.
La espiritualidad se manifiesta en toda nuestra vida, influye en nuestro estado de ánimo y en nuestro entorno y produce resultados prácticos; nos permite terminar con la dualidad éxito/fracaso y liberarnos de todo mandato interno aprendido.
Si logramos sintonizar con nuestro espíritu nos podremos identificar con nuestro ser interior que es siempre joven, perfecto y eterno.