Según la teoría psicoanalítica, la personalidad se establece y se diferencia mediante una serie de identificaciones con personas significativas.
Es un proceso en el que un individuo adopta ciertos aspectos, propiedades o atributos de otro y se transforma de acuerdo a ese modelo en forma total o parcial.
En Psicoanálisis, identificar significa reconocer como idéntico en número y en naturaleza. Es el acto en el cual un sujeto se vuelve idéntico a otro, de hecho o en pensamiento, un proceso activo que reemplaza una identidad parcial por una identidad total.
La identificación en forma corriente comprende una serie de conceptos psicológicos como la imitación, la empatía, la simpatía, el contagio mental, la proyección, etc.
La identificación primaria es la forma más primitiva de lazo afectivo con un objeto de amor, o sea la primera relación con la madre, antes de la diferenciación entre el ego y el alter ego, que es correlativa a la relación denominada incorporación oral.
Se puede distinguir entre dos formas de identificación:
cuando es el individuo el que identifica su persona a otra; y
cuando el individuo identifica al otro con él mismo.
En ocasiones, cuando coexisten ambos movimientos se trataría de una identificación más compleja que explicaría la formación del “nosotros”.
En el psicoanálisis, el concepto de identificación tiene un valor central, ya que representa la operación mediante la cual se constituye el ser humano.
Para Freud, la identificación es más que una imitación, porque lo que produce este fenómeno es un elemento inconsciente común entre las personas.
En algunas patologías este elemento común es un fantasma y el síntoma representa la defensa contra esta identificación.
El concepto de incorporación oral tiene su función en la melancolía, en la que el individuo se identifica de un modo oral con el objeto perdido mediante la regresión a la relación objetal de la fase oral.
Los efectos del complejo de Edipo se describen en términos de identificación, cuando se renuncia a los padres y se sustituyen por identificaciones.
Estas identificaciones son complejas porque ambos progenitores son objeto de amor y de rivalidad, aunque es probable que esta ambivalencia sea esencial para la constitución de toda identificación.
Posteriormente, en la segunda teoría del aparato psíquico, Freud describe las distintas instancias del aparato psíquico, más como los residuos de distintos tipos de relaciones de objeto que como imágenes, recuerdos, o contenidos psíquicos.
En “Psicología de las masas y análisis del yo”, Freud distingue tres modos de identificación:
1) como forma arcaica del lazo afectivo con el objeto, o sea una relación pre-edípica ambivalente.
2) como sustitución regresiva de una relación objetal abandonada
3) cuando no existe catexis sexual del otro, el individuo se puede identificar con éste si tienen un elemento en común (por ejemplo: el deseo de ser amado).
El ideal del yo se forma por identificaciones con los ideales culturales, que no siempre están en armonía entre sí.
La identificación con el agresor es un mecanismo de defensa descrito por Anna Freud, que se instala cuando un sujeto enfrentado a un peligro externo (como una crítica proveniente de una autoridad), se identifica con su agresor, ya sea, reasumiendo la agresión en la misma forma, imitando física o moralmente a su agresor o adoptando los símbolos de poder que lo caracterizan.
La identificación proyectiva es un término que introdujo Melanie Klein para señalar el mecanismo representado por fantasmas, en los cuales el individuo se sumerge en forma parcial o total para dañar el objeto, poseerlo y controlarlo. Es una forma de identificación que establece las características de una relación de objeto agresiva.
Fuente: “Diccionario de Psicoanálisis”; Laplanche y Pontalís”,