El entorno de un niño obeso suele estar integrado por personas también obesas; porque en el desarrollo de la obesidad influyen tanto factores genéticos como los hábitos alimenticios y el estilo de vida familiar.
La obesidad en la niñez tiende a persistir y aumentar con la edad, por lo que es esencial que el niño sea tratado adecuadamente de este trastorno lo antes posible y que se realicen los cambios alimenticios necesarios también en la conducta familiar.
La familia es la que tiene que apoyar el tratamiento del niño y estar decidida a modificar su dieta en forma permanente para lograr que los resultados sean sustentables en el tiempo.
La obesidad es una enfermedad que requiere atención y los estímulos periódicos para que la familia y el niño no caigan nuevamente en los antiguos hábitos.
El niño obeso tiene que ser tratado por distintos especialistas médicos para que su trastorno pueda ser enfocado desde todos los ángulos.
Tener un hijo obeso y preocuparse por ello implica la necesidad de comprometerse con un plan de acción que contemple un cambio drástico en el modo de comer, en la forma de practicar actividad física regular, y en la manera de relacionarse y pasar tiempo, juntos.
Los hijos se identifican con sus padres y si ellos cambian sus hábitos alimenticios y comienzan un programa de ejercicios físicos, ellos harán lo mismo.
La obesidad es un fenómeno mundial debido principalmente al cambio del estilo de vida que han producido los adelantos tecnológicos, industriales, económicos y sociales que favorecen una vida más sedentaria y han modificado los hábitos de consumo.
El tiempo dedicado a la actividad laboral impide a la mayoría, dedicarle tiempo a la preparación de la comida, obligando a muchos a recurrir a la comida rápida o al “delivery”.
Hoy en día los chicos habitualmente se alimentan fuera de casa, compran golosinas en los kioscos, almuerzan en los colegios no siempre comida adecuada, y suelen terminar el día cenando comida comprada afuera; y la mayoría ingiere muchas más calorías de las que puede metabolizar.
Los locales de comida para llevar se han multiplicado y ofrecen menús variados a bajo costo para atender la enorme demanda de la gente que trabaja y vuelve a su casa sin ánimo de ponerse a cocinar.
Es habitual que los niños vayan al colegio sin desayunar y que reemplacen la primera comida del día por una golosina comprada en el kiosco.
Actualmente las horas de recreación diaria son utilizadas por los niños en actividades sedentarias, como ver televisión, jugar con videojuegos, navegar por internet o ir al cine.
Los niños obesos sufren su condición porque sus compañeros se burlan de ellos y son discriminados socialmente. Pueden padecer de distorsión de la percepción de su propio cuerpo y de graves trastornos alimenticios como la bulimia y la anorexia y pueden tener problemas en su rendimiento escolar y dificultades de relación y de adaptación social.
La familia tiene que ayudar a un niño obeso planificando la alimentación en forma semanal y haciendo las compras con antelación para poder elaborar comida saludable para todos, eligiendo productos frescos y evitando las bebidas gaseosas, los dulces y la comida procesada industrialmente.
La alimentación debe ser variada porque los chicos se cansan rápido, siendo aconsejable introducir nuevos alimentos nutritivos que no conocen para que se acostumbren a ellos.
No se trata de no darse nunca más un gusto sino de disminuir las porciones y limitar el consumo de alimentos hipercalóricos o inconvenientes para los niños que están excedidos de peso.
La hora de la comida tendría que ser un momento placentero y brindar la oportunidad de unir a la familia y de comunicarse, evitando tener el televisor encendido.
Los niños deben tener tiempo para jugar y realizar movimiento físico a diario, por lo menos durante una hora y también para poder relacionarse con sus pares e interaccionar en un grupo.
Es muy importante que los padres compartan tareas con sus hijos y que todo el grupo familiar se adhiera al cambio e incorpore los nuevos hábitos alimenticios.
Fuente: “La Nueva Guía Cormillot de la salud”, Dr. Alberto Cormillot, 2011.