Todos se preguntaron alguna vez: ¿Cómo es posible que haya personas que se destacan por su extraordinaria inteligencia?
Hace trescientos años se creía que las proporciones del cráneo podían determinar si una persona era un genio o un criminal.
En Alemania examinaron la cabeza de Charles Darwin y algunos opinaron que presentaba la protuberancia del cráneo muy desarrollada.
En el siglo XIX, en Europa y Norteamérica, distinguidos académicos legaron su cerebro para su estudio anatómico. En esa época los anatomistas sólo podían comparar el volumen del cerebro en su conjunto, pero poco podían saber sobre los lóbulos y las circunvoluciones.
Posteriormente, el estudio microscópico logró investigar diferencias histológicas, pero no dieron resultados significativos sobre las capacidades mentales.
Sin embargo, algunos neurofisiólogos consiguieron identificar zonas específicas del encéfalo, relacionadas con la función motriz general y con la actividad sensorial.
En los últimos años se ha desarrollado en el área de la neurohistología, la citoarquitectura, técnica que permite contar neuronas y células de apoyo, como los oligodendrocitos, astrositos y células glales, en diferentes zonas del cerebro.
Los avances más recientes son las imágenes cerebrales que se obtienen por tomografía de emisión de positrones y por resonancia magnética, que pueden localizar funciones y respuestas diversas en forma no invasiva.
En un principio, el estudio del cerebro de Einstein, que falleció en 1955, a la edad de 76 años, que fue el científico más venerado del siglo XX; no mostraba diferencias significativas, comparado con hombres de la misma edad, excepto en los lóbulos parietales, que están relacionados con la cognición viso espacial y con el pensamiento matemático, los cuales eran un centímetro más anchos que los del grupo control.
En la Universidad de California, en Berkely, se había informado anteriormente, que las seis capas exteriores de materia gris del lóbulo parietal izquierdo de Einstein, contenía un 77% más de células gliales por neurona, que los cerebros de otros hombres normales de 47 a 80 años.
Tal diferencia podía sugerir el mayor uso de dicho tejido que hacía Einstein, para la elaboración de su extraordinario poder conceptual.
Los científicos de la actualidad creen que el estudio del cerebro de los pianistas podría explicar por qué algunas personas tienen un gran talento.
Las investigaciones revelan que la adquisición de habilidades específicas está asociada con cambios en la estructura del cerebro.
Las personas con aptitudes musicales, como los compositores y los concertistas destacados, pueden competir intelectualmente con los genios matemáticos.
Los avances tecnológicos para el estudio de la estructura y funcionamiento del cerebro han permitido vincular sus transformaciones con capacidades especiales.
Existe un paralelismo entre el modo en que aumenta el almacenamiento de la memoria y el proceso para perfeccionar las habilidades motrices.
Aunque el aumento de las sinapsis y su eficiencia en las zonas motrices explican en parte la notable capacidad para tocar el piano, la neurogénesis también debería ser tenida en cuenta.
Los pianistas virtuosos combinan varias funciones: oído, percepción, apreciación, memoria y ejecución.
Los estudios realizados indican que se desarrolla una plasticidad en el cerebro humano en aquellos que se encuentran en condiciones de intensa formación musical.
Fuente: “Mente y Cerebro”, No.47/2011, “La Melodía de las Circunvoluciones”; Charles T. Ambrose.