Deuda
A veces pienso que me debes tanto, y mi deuda hacia ti es apenas nada, cuando, por evadirte de mi almohada, me acuesto solo, y solo me levanto.
Huye la noche. Se reanuda el canto del ángel de la luz, alba dorada; se viste el mundo de color, y un hada transforma en arpa de sonrisa el llanto.
En tal fantasmagórico momento, redescubre en sí mismo el pensamiento nuevos valores de la propia historia.
Y advierto entonces que al haberte amado de tal modo, soy yo quien se ha endeudado, debiéndote dolor, gozo y memoria.
Los Angeles, miércoles 11 de Enero de 2012
Francisco Alvarez Hidalgo.
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