La vida es lucha. No se puede ignorar su parte desgarradora, es la que más sale a la yema de los dedos, aunque tiene instantes que ni la imaginación hubiera alcanzado a hacerlos suyos.
La queja se dispara como desahogo, porque uno sabe que nadie puede echarnos una mano en la dificultad que entraña estar vivo. Pero esta misma dificultad es el acicate que nos impulsa siempre a allanar caminos.
La noche nos da cuerda para el recuerdo del día, y pasamos a ver todos los errores cometidos. La mayoría de las veces no hay marcha atrás, pero todo es aprovechable, todo nos hará sacar una enseñanza, aunque puede que pronto se haga presa del olvido.
Nuestra mente creó el tiempo para medir los espacios, y este se ha apoderado de nosotros. Ha crecido como un monstruo gigante que nunca da marcha atrás, y que nos señala siempre el fin.
Todos somos seres singulares de pasos inciertos. Se cruzan nuestros caminos, y hacen que tomemos posición. Un veces entregados, otras indiferentes al resto.
Somos misterio dentro del misterio.
|