Como el ruido del agua al brotar del manantial, siempre será tu voz, tu palabra. Tu lugar, un jardín lejano con altos setos que lo alejan de mi. Y en él, las más bellas flores que tu recreas con tus manos.
Guardaré silencio para escuchar su murmullo que no riega mi espacio. Me esconderé en el rocío, que al no lograr saltar la tapia, desparramó su transparencia en el pavimento gris.
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