Hay personas que nacen con una grave discapacidad pero no por eso resultan ser una carga para su familia; a veces son los únicos que logran destacarse en ella, gracias a la dedicación de sus padres y a la fuerza de su carácter.
Oscar Pistorius es sudafricano, tiene 25 años y dedicó toda su vida al deporte, no obstante haber perdido sus dos piernas a los once meses.
A raíz de una malformación congénita debieron amputarle sus miembros inferiores, que fueron reemplazados por prótesis, las cuales no solamente le permitieron caminar normalmente sino también desenvolverse en forma destacada en varios deportes, llegar a sobresalir como atleta y lograr notoriedad mundial por su notable rendimiento.
Después de muchas consultas médicas, sus padres tuvieron que tomar la difícil decisión de seguir la recomendación del médico ortopedista Gerry Versveld, de amputarle sus piernas, que carecían del hueso peroné ya que, de conservarlas en esas condiciones, en el futuro le podían producir muchas dificultades.
Fueron sus padres los que le enseñaron a valerse por sí mismo desde ese momento, criándolo de la misma forma que a su hermano mayor Carl; de tal modo, que Oscar nunca se consideró un discapacitado, porque puede hacer todo lo que hacen los demás y aún mejor.
Es tal el dominio que adquirió de sus prótesis que luchó para ser aceptado por la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) para competir en carreras convencionales, porque consideraban que su condición lejos de ser un impedimento, le daba ventajas.
Sin embargo, su extraordinario rendimiento no era solamente el resultado de su notable adaptación a las prótesis, sino de su talento y de su fuerza de carácter.
Oscar Pistorius practicó todos los deportes: beisbol, fútbol, basket bol, criquet, tenis, waterpolo y rugby; y siempre lo trataron como él se sentía, igual que cualquier otro; sin embargo, su verdadero deporte sería el atletismo.
En 2004 participó en los Juegos Paralímpicos de Atenas, competencia para atletas con discapacidades; y ya en ese entonces podía superar las marcas de los mejores.
En 2008, ganó tres medallas doradas en los Juegos Paralímpicos de Pekin; pero ahora su mayor desafío es lograr clasificarse para participar en los Juegos Olímpicos convencionales de julio próximo, que se realizarán en Londres.
Su vida no ha sido fácil, porque también tuvo que aceptar a los quince años la muerte inesperada de su madre, víctima de una reacción alérgica que no se pudo diagnosticar a tiempo.
Esa tragedia lo llenó de dolor y le dejó una profunda huella para siempre. Su madre, que había hecho tanto por él, no pudo vivir para presenciar su éxito.
Vemos a diario personas con distintas discapacidades que deambulan por la ciudad y que se valen de su disminución física para no hacer nada por sí mismos y vivir a expensas de otros.
Tal vez no han tenido la ventaja de haber nacido en un hogar próspero ni contar con el apoyo incondicional de padres excepcionales como los de Oscar Pistorius, que se esforzaron por hacer que su hijo lograra trascender sus limitaciones; pero eso no es todo, porque se necesita cultivar sobre terreno fértil, o sea la forma personal que tenga el hijo de asimilar la experiencia, una actitud interna positiva que lo lleve a vencer todas las dificultades por más difíciles que sean.
Fuente: LNR; Damián Cáceres.