“Se os abrirán los ojos,
conoceréis el bien y el mal,
seréis como dioses”
Tenemos ganas de probarlo todo,
aún a costa de pisar la palabra dada
y recorrer caminos prohibidos.
Una sed inmensa se apodera de nosotros
y nos devora.
Hay algo que nos llama
y nos solicita que salgamos de casa
hacia tierras lejanas.
Nos gusta, Señor,
hacer nuestra voluntad,
hasta que descubrimos que nuestras manos
se vacían poco a poco.
y se llenan de barro del camino.
No somos infinitos,
aunque tenemos sed de infinito.
La tierra y el polvo
nos recuerdan lo que somos,
lo que seremos.
Miércoles de ceniza:
hora de volver a casa,
desde el país donde ya no hay alimento,
que pueda saciar nuestra hambre.
Miércoles de ceniza:
hora de pensar lo corto que es nuestro tiempo
y lo largo que es el camino.
Miércoles de ceniza:
hora de inclinar la cabeza hasta el suelo
para leer el mensaje escrito en la tierra.
Miércoles de ceniza,
hora de preguntarse:
¿Ya eres un dios?
¿Ya conoces todo?
¿Ya has abierto los ojos
y sólo has visto eso...?
Un poco de ceniza en el rostro
te puede poner en camino de verdad:
no hay camino fuera de Dios.
Miércoles de ceniza.
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