Un señor fue a un mercado y se acercó a un puesto donde una señora vestida de negro, vendía rosas de muchos colores, además de blancas y rojas.
Durante toda la mañana vendía y vendía, no paraba de vender rosas.
Por sus encallecidas manos pasaron cientos de ramos de rosas, de colores: azules, rosas, amarillas, blancas y rojas....
Al medio día se habian acabado los manojos, los cubos estaban vacíos, pero los ojos de aquel señor seguían viendo rosas, él sentía su calor, percibía su perfume, aunque la voz que decía gracias, ya no se oía; entonces dicho señor se dio cuenta que estaba solo en aquel lugar, donde la señora de negro estaba recogiendo sus matules porque se iba.
Entonces se dió cuenta de la influencia de los colores en las personas y dijo:
Todas las rosas son hermosas
pero entre todas ellas,
la más hermosa y bella,
la más grácil y primorosa,
no es la rosa blanca o roja
sino la negra rosa.
Sin embargo se las llevaron todas
menos aquella,
la de petalos negros
la más bella de las rosas,
que no se había vendido...
y se quedó en el mercado, sola.