que el mar era el poema. En su sinestesia, salobre y colorida porfía en un ritmo de olas para alcanzar el borde de la playa donde el verso acaba.
Transmutado el sentido se aloja en lo profundo preso en la forma diminuta o monstruosa emerge y centellea sólo un instante para ser percibido o capturado.
Los dioses marinos sellaron en la sima las claves del pasado y el devenir desmesurado los niños avanzan inocentes hacia el mar, reconociendo el juego que nunca olvidaron el agua mece, abraza, penetra, la boca se cierra y todo el cuerpo percibe lo intraducible volver.
Cuando ya no exista diremos que el mar era el poema.
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