En primer lugar hay que saber si vivir en pareja es un deseo genuino o si se trata de hacer lo mismo que hacen los amigos que ya están en pareja, para no ser diferentes; o si la intención es huir de la soledad.

Las personas que no consiguen establecer una relación estable, por lo general comienzan su búsqueda con una lista de exigencias que nunca se cumplen en una sola persona.

No saben que lo más importante no es eso, que hay que conocer a una persona primero para ver cómo se sienten con ella, qué sensación a nivel de piel les provoca, cómo es su personalidad, si tiene alguna afinidad, si parece sincera, y qué es lo que hace.

El encuentro es mucho más revelador que un cuestionario escrito en una agencia de solos y solas.

El que no logra encontrar a alguien que le guste, es probable que no sepa a quién pretende hallar y que hasta su deseo de tener pareja no sea real sino la fantasía de alcanzar el ideal; sin saber que recién cuando se renuncia al ideal es cuando se puede lograr una relación con una persona concreta.

Lo mejor es aprender a mirar, porque el amor comienza con una mirada y siempre la persona más conveniente suele estar más cerca de lo que uno cree.

A esa persona que los mira de reojo, que saben que puede tener interés en ustedes desde hace rato, deben darle y darse también ustedes una oportunidad, incluso aunque parezca que no les agrada.

Las mujeres a veces, a cierta edad, desean estar en pareja para formar una familia, porque su tiempo de procrear se agota y se reducen sus posibilidades de tener un hijo.

Las mujeres exitosas son las que tienen mayores dificultades para relacionarse en forma estable, porque si desean tener una familia tienen que renunciar a algunos de sus proyectos personales.

Los hombres a veces, desean formalizar para lograr el status de hombre casado, cuando ya se han establecido en una satisfactoria ocupación y cuando hace rato que cumplieron los treinta, los amigos se casaron y ellos se cansaron de ir a todos lados solos.

El entusiasmo por encontrar a alguien se va diluyendo en sucesivas salidas con las personas equivocadas, porque se encuentran con quienes no tienen las mismas intenciones y que antes de que las cosas pasen a mayores se evaporan sin dejar rastros.

Estar solos puede ser para muchos el estado ideal que les puede costar mucho perder.

Tener que compartir todo no es fácil ni tampoco es fácil la convivencia cuando no se puede renunciar a toda una serie de hábitos solitarios profundamente arraigados.

Ceder el control remoto cuando hay un solo televisor suele ser una prueba difícil de superar, si se priorizan las cosas a las personas.

En una sociedad de consumo, no cuesta nada aprender a vivir una vida holgada, con buen poder adquisitivo, libertad de decisión, posibilidades de viajar, de usar ropa costosa, de almorzar y cenar en los mejores restaurantes y de manejar autos caros, pero puede ser muy difícil tener que renunciar a algunas de estas cosas para emprender la aventura de vivir en pareja.

Cambiar todo eso por nuevos objetivos, como tener hijos, que significan más gastos, más preocupaciones, más atención; hace que la meta de encontrar pareja se convierte en una expresión de deseo crónica que nunca se concreta.

Aunque las parejas actuales parecen ser diferentes, siempre hay en la convivencia situaciones que no cambian que exigen despojarse del egoísmo y hacer algo por el otro.

No es suficiente querer tener una pareja estable, se necesita también estar dispuesto a enfrentar las consecuencias y el compromiso que implica este cambio de estilo de vida, si se desea una relación con intimidad, confianza, amor y proyecto compartido.