Sigilosa se va acercando a mi, y en mis ojos pone la neblina del sueño. Como siempre me resisto, pero hoy no puedo acompañarla. Ha pesado la tristeza.
Un foco se ha encendido en mi interior. Alumbra potente dejando pasar la película de la obra interminable. Mi cerebro maquina y labora hasta que mis párpados se niegan a cerrarse.
Las sábanas se pliegan al roce de mi piel hasta llegar a molestarme, y, en un acto olímpico, decido levantarme. El estómago me susurra, de manera tenue, que necesita un trasvase de líquidos. Me convence con promesas de que alcanzaré el sueño.
Mi mirada todo lo abarca, y desespero al pensar que cortas son las horas, que larga es esta obra; pero como siempre la calma llega a mi en la confianza de que mañana será otro día.
No me niegues los sueños para acompañar tu oscuridad, hoy quisiera en ellos sentir, el amor de él.
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