A pesar de la enorme difusión a toda hora por televisión, de escenas eróticas y relaciones sexuales explícitas; en la intimidad, las relaciones sexuales de las parejas ni siquiera se parecen.
Esta realidad hace que las personas comunes se pregunten sobre cuál es la verdad en lo que se refiere al acto sexual.
Hay que tener en cuenta que una cosa es la relación de una pareja estable, que tiene hijos y que ha formado una familia con un proyecto común y otra muy diferente, la ficción, donde la gente parece que no trabaja, no come, no duerme, no tiene las obligaciones cotidianas, etc., y sólo se dedica a pasarla bien y divertirse con una pareja ocasional que lo atrae. Cuando esa atracción se agota la cambia por otra o busca nuevas formas de sexualidad que lo mantengan excitado y divertido.
El conocimiento de la sexualidad humana saludable, con parejas estables y con el objetivo de compartir la vida y formar una familia, ha sido un gran avance en los últimos años al ayudar a todos los que tenían dificultades a disfrutar del sexo.
Pero cuando la intención es copiar modelos que muestra la ficción y trasladarlos a la intimidad del hogar, puede ser un problema.
Una relación sexual contiene todos los elementos necesarios para satisfacer a una pareja; y el agregado de juguetes sexuales u otras personas en el escenario doméstico, no siempre logran los resultados que se esperan.
El exceso de estímulos en todos los órdenes de la vida moderna, hace que también en la práctica sexual se pretenda incrementar el placer al máximo, porque hoy en día lo normal no es suficiente.
La robotización del hombre y la cosificación de la mujer, que han hecho que en lugar de vivir las experiencias, funcionen como máquinas; crea la necesidad de manipular algo tan natural como el sexo para lograr experimentar sensaciones desconocidas y extremas, que no siempre resultan saludables.
El mejor estímulo sexual que existe en una pareja estable, es la mutua entrega amorosa, la admiración por el otro, el nivel de compromiso entre ambos y el proyecto de futuro.
El afán de priorizar las sensaciones genitales, el climax y lograr divertirse, sin tener en cuenta el vínculo emocional, hace que la relación no sea espontánea y no provoque el efecto deseado.
Por otro lado, el uso de juguetes sexuales puede provocar infecciones si no se higienizan debidamente, lo que no resulta fácil porque su propia estructura dificulta la limpieza.
Las relaciones sexuales ocasionales pueden ser fuente de contagios de microorganismos como la chlamydia o el ureaplasma, que se contraen con la práctica del sexo oral o por compartir juguetes sexuales; y que además pueden provocar esterilidad.
El deseo de mantener vivo el interés de una pareja, puede hacer que una mujer se vuelva adicta a las cirugías para no perder su imagen, cuando cree que solamente es una imagen.
Sin embargo, una mujer es mucho más que su imagen, es una persona única, con una identidad, una personalidad, un espíritu y una belleza singular que va madurando y haciéndose más profunda y valiosa con los años.
Una mujer de más de sesenta años con una pareja estable, puede tener una sexualidad más satisfactoria que una mujer de cuarenta años que practica sexo ocasional con distintas parejas.
A lo largo de la vida, es normal sufrir de alguna forma de disfunción sexual en forma transitoria por distintos motivos, como falta de deseos sexuales, dificultades del varón para lograr la erección, falta de orgasmo o dolor coital.
Para las parejas que sufren estas disfunciones sexuales, en forma continua, una terapia sexual que sólo puede durar de ocho a diez sesiones, es el mejor recurso.
Fuente: “Buena Salud”, Entrevista a la Dra. Beatriz Literat, médica sexóloga clínica y ginecóloga, Halitus Instituto Médico.