
Seguramente una vida insignificante y monótona, haya que adornarla ante los demás. No sé si será por justificarse, o por sentirse uno derrotado al no poder hacer un edén de ella.
Hay que ser capaces de dejar al otro con la boca abierta; pero...¿para qué sirve? Si mi vida la envuelvo en ropajes principescos para presentarla ante el otro, al darme la vuelta no sólo me sentiría tan desnuda como estoy, sino que me vería andrajosa.
Ya se que hay que llevar un rol, hasta los cocineros lo hacen, como leí por algún sitio: "Pechugas de pollo con abrigo de espinacas" Debe ser que así saben mejor.
¡Cuánto cuesta aprender a vivir de cara a la galería!

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