Nunca del mar se despidió la ola,
Unas veces altiva y otra serena,
Chocando entre la roca o entre la arena,
Gira la espuma blanca de su aureola.
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Es frágil su lamento si no se inquieta
Y apacible resbala serpenteando
Con su velo de nácar coqueteando
Va dibujando el agua su caracola.
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Cuando llega a la orilla sobre mar lento,
La diminuta arena le abre camino
Y entre espuma nevada y en torbellino,
Vuelve a zarpar la ola sin un destino.
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Quizás llegue muy lejos en baile lento
Y la esperen delfines y caracolas
Yuna sirena alegre con sus canciones,
Festeje su llegada desde una proa.
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Pero Neptuno oculto lanza un soplido,
Las aguas estremecen, la ola ruge,
El cielo se oscurece, el rayo cruje
Y la sirena calla y el delfín huye.
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La mar embravecida crece a las olas
Espanta a los delfines, a la sirena ignora,
A la barca estremece desde popa hasta proa,
Y a montón desvanece a dos mil caracolas.
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Pero” Febo” candente a sus destellos lanza
El arco iris vuelve, las nubes se dilatan
Y Parnaso escondido con sus poetas habla
Lanzando transparentes mil musas en cascada.
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Y los delfines vuelven, a la sirena llaman
La ola transparente de perlas se engalana
Y en puntillas de espuma esperando en la playa
Doscientas caracolas celebran su llegada.
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