Esperanza ante la crisis
por Joxe Arregi - Domingo, 22 de Abril de 2012
( fragmentos de una larga reflexión muy aclaradora sobre la situación actual)
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La crísis. El panorama es desolador: espantosas cifras de paro, recesión económica, préstamos que solo sirven para pagar intereses de préstamos anteriores, espiral del desastre. Dramas personales, dramas familiares, dramas de pueblos y de estados enteros. Bajan los salarios, pero suben los precios. Se abarata el despido, pero no se crean empleos. Quieren activar la economía empobreciendo a la gente. ¿Se ha vuelto loca esta economía?
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Cuando, ante esta crisis, el aliento se nos corta y el desánimo cunde, es bueno que nos juntemos para recobrar el aliento, para reanimar la esperanza. Para respirar, inspirar, esperar. Sí, "la esperanza nos sostiene en la crisis". Sin esperanza, no podremos seguir adelante.
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La esperanza nada tiene que ver con "esperar que la situación mejore": esperar sentados. La esperanza tampoco tiene nada que ver con "esperar que Dios vendrá en nuestra ayuda, cuando Él lo quiera". Dios es el corazón de todas las criaturas amenazadas por la crisis, y necesita ser ayudado. Dios es el ánimo, el alma, el respiro que alienta en todos los seres, y necesita ser liberado. Esperar es hacer nuestro el aliento divino y espirarlo como una brisa, como un viento que transforma el mundo. Ayudaremos a Dios.
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Esperar es abrir los ojos y ver la realidad como es, y exigir que nos diga la verdad de esta crisis. Hablan de "ajustes" -divisa sagrada-, pero tienen muy poco de justo. Son puros y duros "recortes", y hay que preguntarse: ¿quién los impone y para qué? ¿A quién benefician? Seguro que los que imponen recortes no los padecen.
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Esperar es creer que es posible transformar este sistema perverso, y querer transformarlo, movilizarnos coordinadamente para que la economía deje de ser el oficio siniestro de ganar más, y pase a ser el arte de distribuir con justicia los frutos santos de la tierra de todos.
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Estamos dispuestos a que nos bajen los salarios y nos suban los impuestos, pero no para que los grandes bancos ganen más todavía. Estamos dispuestos a dar de lo que tenemos, pero no a los que ya tienen demasiado, sino a los que no tienen para vivir...
La esperanza nos empuja.
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