Cordobesa, negros ojos como tizones ardientes, del amor los combatientes del desamor los cerrojos.
De secretos confidentes cuando la boca no para, y te muerde por la cara con caricias descendentes.
Cuando mi mente separa con la fuerza de un imán, para tenerme, en su afán, en miradas no repara. Y con ello me declara su amor. Por siempre será, y nunca se detendrá pues sus ojos en los míos serán siempre desafíos y en la muerte me amará.
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