Walter Dresel, doctor en medicina, estudió homeopatía y se dedicó al estudio del envejecimiento humano.

En su libro “Lo que quiero para mi vida” propone lo que él llama un desafío apasionante, bucear en la interioridad para saber qué es lo que queremos para nuestra vida; porque si logramos ser sinceros con nosotros mismos, renunciar a lo que no nos hace felices y elegir con el corazón, nuestra vida puede ser plena.

Cuanto antes conozcamos cuál es nuestro propio camino, más rápido podremos conseguir el equilibrio emocional, la paz interior y la armonía entre el cuerpo emocional y el físico.

Saber hacia dónde se dirigen nuestros esfuerzos y cuál es el propósito de nuestra vida en el aquí y ahora, puede hacer que el mundo en que vivimos sea un lugar placentero y no un campo de batalla.

Tenemos que lograr ser amigos de nosotros mismos porque en general el mayor enemigo siempre es uno mismo, que es el que impide alcanzar los objetivos, el que pone los límites, el que depende de la opinión de los demás.

Bucear en nuestro interior puede hacer que nos demos cuenta que todos los obstáculos que encontramos en nuestra vida vienen de adentro no de afuera, principalmente porque dudamos de nuestra capacidad para enfrentar los desafíos.

La autoestima, que se basa en la confianza y el respeto por uno mismo, es necesaria, porque es la condición para motivarnos a avanzar, a poner límites y a aprender a decir que no.

Conocerse a sí mismo no es fácil pero se puede.

En primer lugar tengo que preguntarme a mí mismo qué es lo quiero hoy para mi vida y para mi futuro; y qué es lo que no quiero.

Luego tengo que saber qué costo estoy dispuesto a pagar para lograr lo que quiero y hasta qué punto estoy dispuesto a comprometerme para alcanzar mis metas.

Luego tengo que darme cuenta qué es lo que me hace sentir bien.

Además, cada uno puede agregarle sin miedo, todas las preguntas que quiere en función de su situación particular.

Las respuestas que van surgiendo a partir de este interrogatorio interior, irán mostrando un denominador común, que es lo que hace a la persona única e irrepetible; por eso es necesario ser sincero y honesto con uno mismo.

Este conocimiento interior nos obligará a tomar decisiones coherentes, desde la más pequeña hasta la más importante, que no se contradigan entre sí y hagan el proyecto de vida impracticable.

Lo importante es encontrar la propia senda y no andar sin rumbo por caminos que son ajenos.

Saber dónde uno quiere llegar, despeja el camino y vence cualquier obstáculo.

Sin embargo, todos nos podemos equivocar, porque somos humanos, pero también tenemos la responsabilidad de volver a encauzar nuestro andar guiándonos por nuestro propio código ético y moral; porque las creencias de los seres humanos pueden ser diferentes pero los valores esenciales son siempre los mismos; y las dificultades que experimentemos tendremos que interpretarlas como nuevos desafíos y no como barreras que nos hagan abandonar nuestros sueños.

El éxito es lograr nuestras expectativas de acuerdo a nuestros principios, y aunque no sea fácil, porque habrá que atravesar por muchas etapas, todo se consigue con tenacidad, paciencia y perseverancia.

Aprender a sortear los obstáculos templará nuestro carácter y nos hará más fuertes haciendo más asequible la meta.

A veces, cuando estamos concentrados en nuestros propios objetivos podemos quedarnos solos, sin embargo la soledad puede ser la mejor compañera, porque el mundo está lleno de gente que sabotea los proyectos de otros debido a su propia incompetencia.

Tomemos el timón de nuestras vidas y hagamos un nuevo camino al andar.

Fuente: “Lo que quiero para mi vida”; Walter Dresel; Editorial Planeta.


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