
Dame el aroma obsceno de azahar que traes escondido entre las manos, el gemido del viento en el rosal y ese Guadalquivir de tu pasado.
Dame una noche de balcón florido, con cantigas naciendo de tu boca, un aire denso con perfume y brillo de un jazmín enredado en luna mora.
Dame solemnidad de gran mezquita, sosiego de jardín, paz de palacio, calles de piedra de la judería, y tu mirada de andaluz y bardo.
Dame misterio y magia, un son de fuente, el embrujo sombrío de un follaje, que mi alma tiene cita con tu duende en un patio andaluz alguna tarde.

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