El amor es como un niño que juega a las escondidas, tu tienes que buscar y buscar en varias personas a ver en donde se escondió, muchas veces piensas que ya lo encontraste y te das cuenta de que no era el amor quien estaba escondido en esa persona, sino que era la amistad disfrazada de amor. También el amor puede ser que el amor este escondido en la persona que escogiste como pareja, pero resulta que el amor se cansó de ese escondite y decide buscar otro, pero por la costumbre te quedas con esa persona, no por amor, sino por costumbre, por esto vemos algunas parejas que se mantienen unidas por mucho tiempo pero que realmente no están enamoradas. Lo que si te puedo asegurar es que cuando uno encuentra el escondite del amor y le va haciendo cálida la estadía en ese escondite, con besos, cariños, cuidados y atención, el amor no querrá irse de ese escondite y ya deja de ser escondite y se convierte en su hogar.. Por eso cuando creas encontrar el amor cuídalo para que no se te vuelva a esconder.
Ayer llegó el otoño a mi ciudad. Llegó de la mejor manera posible. Llegó con sus valijas cargadas de primeriza lluvia.
Ya camina casi mediado Octubre, pero a mi ciudad el otoño siempre llega con retraso. Como impertinente novia que se hace de rogar, poniendo a prueba los alterados nervios del amado, en los eternos minutos que ha de esperarla en la puerta de la iglesia, el día de su boda.
El otoño llegó y regó las calles y los campos. Los jardines y las plazas. Llegó y regaló su fresca y pura agua a la tierra que estaba angostada y moribunda por tantas jornadas de veraniega sequía.
Temprano, al alba, ya lo barruntaba el viento, y el cielo lo confirmó con la primera luz del día. Amaneció la mañana colmada de nubes grises y gordinflonas que amenazaban reventar de agua.
Pero el tozudo verano se resistía a marcharse e indiferente remoloneaba dando coletazos como reptil que pierde la cola pero esta, tenaz se resiste a morir, y se agita y serpentea por algún tiempo.
Gotas de vapor al aire lanzaban las nubes caldeadas, y el aire se hizo espeso e irrespirable de tan cálido y pegajoso.
Durante unas horas el otoño que reclamaba su feudo, y el estío que no se resignaba a marcharse, lucharon. El verano se negaba a dormir. Y en sus últimos estertores el vapor caliente y condensado entre tanta anarquía campaba.
Hasta que una nube rechoncha y gritona, la madre de todas las nubes de ese día, con un enorme trueno puso fin a la batalla y con un rapapolvo de mamá enfadada envió al verano a su dormitorio allá en su augusta y ardiente casa.
Entonces libre al fin, el otoño ocupó sus estancias y cómodamente se entregó a vagar a su libre albedrío.
La primera lluvia de la estación empapó toda la tierra, mojó los edificios, y saludó a los jardines. Las flores se embriagaron y las hojas perennes más serenas, su penetrante aroma desprendieron como señal de bienvenida.
Ya hoy en este nuevo amanecer, el aire se respira purificado y vivificante. Todo se siente renovado y brillante, de colores tostados y suavizados, y saturado de infinidad de olores. Olor a tierra madura y fértil. Sólo están de luto los árboles de hojas caducas que sin el abrigo del verano tiritan de frío aletargados. Pero es el sacrificio que han de ofrecerle a la madre Tierra para que nunca se rompan los eslabones de la gruesa cadena de la naturaleza.
Miro cómo al mar se precipitaba la tarde, y en una isla que el sol siembra en el agua, alguien enseña a una niña a nadar…
Los miro embelesada, allí enfrente, lejos, mis pies varados en la arena, rodeada de todos, ¡tan sola…!
Ellos ríen. Sus voces entrecortadas llegan por la prisa del aire, cómplices, jubilosas, húmedas de sal y espuma.
Los miro con una punta de envidia en el alma. ¡Qué cansada mi alma! Más que los brazos, que los huesos, que los años; más que este caparazón que a duras penas me tolera.
Viéndolos tan risueños y ajenos la palabra nunca me abre en canal…
EL MAR INFINITO ERA UNA LÁMINA DE PLATA. EL SOL, CIRUELA DE SANGRE, TRAS LOS MONTES SE OCULTABA. LA PRIMERA ESTRELLA, DÉBIL, EN EL CIELO SE ASOMABA RUBOROSA Y TITUBEANTE CON SUS PÉTALOS DE DALIA. UNA PAZ SENCILLA Y LENTA ASCENDÍA POR MI ALMA, SUMERGIDA DULCEMENTE EN LA MÚSICA DEL AGUA. ¡QUÉ SILENCIO TAN AZUL SE EXTENDÍA POR LA PLAYA¡ EN LO ALTO SE INCENDIÓ EL BOSQUE DE LAS LUCIÉRNAGAS. TENDIDO SOBRE LA ARENA, FRENTE A LA LUNA DE NÁCAR DEJÉ PASAR LOS MINUTOS ARRULLADO POR EL AGUA LA SIRENA COLOR-SUEÑO CON SU VOZ DE ESPUMA CLARA CANTÓ EN LAS OLAS DE PRONTO SU ETERNA MONODIA EXTRAÑA -OLAS SOLAS QUE LLEVÁIS HASTA LAS TIERRAS LEJANAS LA MÚSICA SIEMPRE TRISTE DEL AGUA SIN ESPERANZA. LLEVAD TAMBIÉN MI DOLOR , PUES QUE ESTOY ENAMORADA DEL PRÍNCIPE COLOR-VIENTO QUE ESTÁ PRENDIDO EN MI ALMA. -AY,SIRENA COLOR-SUEÑO, TU VOZ VERDE Y DESOLADA QUIEBRA LAS RAMAS DEL AIRE CON SU PENA MILENARIA -OLAS SOLAS QUE LLEVÁIS UN RUMOR DE MAR AMARGA LLEVAD MI AMOR IMPOSIBLE HASTA EL PRÍNCIPE SIN PATRIA NO SÉ CUÁNDO DESPERTÉ, TAMPOCO SÉ SI SOÑABA, PERO UN SILENCIO MUY HONDO EN LA NOCHE NAUFRAGABA. DEJÉ LAS OLAS Y EL VIENTO ABRAZADOS EN LA PLAYA CAMINÉ BAJO LA NOCHE CON EL ALMA LLENA DE AGUA. LA LUNA ALUMBRABA EL CIELO CON SU CIRCULO DE NATA. EL MAR OSCURO RUGÍA
Te miro mujer del semblante ceroso, de mirada involuntaria, al ocaso, te miro y me asombras, me angustias, cual soliloquio verde en forma de nube; una idea, una exclamación, hace sombra en mi alma, es muy azul y teñida de amor, ora cancion en tu pelo que huele a tomillo mujer, cual olvido mi velo, tu mirada indiferente, deshace el ayer y vuela hoy, vos, cual libélula mía, eres flor, de mirada involuntaria cerrando la luz ¿será pena?¿olvido? ¿luz? ¿amor?