Un prisionero escuchaba, en presencia del sultán, la lectura de la sentencia en la que se le condenaba a morir decapitado. Cuando estaba a punto de ser sacado de la sala rumbo al lugar de ejecución, le dijo al sultán:
-Es un terrible error el que vas a cometer, oh sultán, porque al matarme y acabar con mi vida, que es lo de menos, estarás acabando también con el único hombre capaz de enseñar a hablar a los caballos, vieja habilidad ancestral que se ha ido transmitiendo de generación en generación desde mis antepasados hasta mí, y ahora, con mi muerte, se perderá para siempre.
-Vaya, vaya -dijo el sultán- conque tú eres capaz de enseñar a hablar a los caballos. ¡Guardias! ¡Traigan mi caballo de inmediato para que este hombre le enseñe a hablar…!
-Perdón, amado sultán -intervino el reo- la cosa no es así. El arte de enseñar a hablar caballos es uno de los más difíciles de cuantos ha explorado el hombre y que, una vez logrado, te permitirá el placer de tener con quién conversar cuando cabalgues solitario por los desiertos; y podrás también entrenar a tus soldados para que, antes de la batalla, afinen con sus caballos la estrategia de combate. Pero eso no se logra de un día para otro. Hacer que tu caballo hable me tomará no menos de un año…
-Un año -dijo el sultán luego de pensar un rato- está bien. Se suspende la ejecución por un año. Lleven a este hombre a mi establo.
Así, el prisionero se retiró de la presencia del sultán, rumbo al establo. En el camino, el guardia que lo conducía le dijo:
-Lograste engañar al sultán porque es un anciano, pero a mí no me engañas. Eres un impostor, nadie puede hacer que los caballos hablen. Y cuando este año pase, peor será tu suerte, porque al saberse estafado, la ira del sultán será incontenible y entonces igualmente te matará, pero te hará pasar antes por los más despiadados tormentos.
A lo cual el preso respondió:
-En un año pueden pasar muchas cosas: Puede que muera el sultán, con lo cual mi condena desaparecerá y quedaré nuevamente en libertad; puede que muera yo de muerte natural, con lo cual quedaré librado de algo tan espantoso como ser decapitado; y también… ¡hasta puede que hable el caballo!
Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente...el presente es tuyo! Vive aquí y ahora!
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