Hasta no hace mucho tiempo, la ausencia de los hijos ya mayores del hogar, podía significar para una madre, un inmenso vacío difícil de llenar cuando en primer lugar su vida estuvo dedicada a ellos.

Sin embargo, hoy en día es muy diferente, por lo menos esto es lo que afirma el resultado de una encuesta que desvirtúa este supuesto, al demostrar que para el 85% de las madres cuyos hijos deciden irse a vivir solos o en pareja, esta circunstancia no es para nada negativa, por el contrario se convierte en la posibilidad para ellas, de una nueva vida.

La mayoría vive esta experiencia como una oportunidad para hacer todo aquello que tuvo que postergar debido a su obligación materna, como estudiar un idioma, una carrera, aprender canto, música, escribir un libro, o terminar el secundario.

La encuesta fue realizada por la empresa multinacional Kimberly Clark, junto con la Federación Latinoamericana de Sociedades de Climaterio y Menopausia (Flascym).

Esta investigación comprobó que a los 50 años, una mujer se encuentra en una etapa de la vida que es ideal para hacer realidad sus proyectos, al tener una mayor experiencia de vida, capacidad de acción y libertad para enfrentar nuevos desafíos.

Las mujeres que ejercieron una profesión toda la vida, o que trabajaron en relación de dependencia muchos años, tal vez en una misma empresa, a los cincuenta años se suelen encontrar en el pináculo de sus carreras laborales y es entonces cuando pueden arriesgarse a encarar un emprendimiento propio e iniciar algo nuevo.

Si no tiene inquietudes laborales, tal vez el cambio para ellas signifique un nuevo modo de vida a solas, con su marido o con una nueva pareja, luego de liberarse de la responsabilidad que implica la crianza y la educación de los hijos. Porque este es el mejor momento para salir en pareja o para frecuentar a las amigas o para hacer un viaje esperado, para ir al cine o al teatro y para disfrutar de la libertad de no tener hijos chicos a cargo.

Una mujer de cincuenta años, en la actualidad no representa esa edad sino mucho menos y cuesta creer que ya puede tener nietos.

El 91% de las mujeres que participaron en esta encuesta en países como la Argentina, Colombia, Costa Rica y Chile, están plenamente activas y desarrollando nuevos proyectos.

Generaciones anteriores vivían esta estapa como el final de las posibilidades, sin llegar nunca a tener una vida propia, después de dedicarles tantos años a la familia y a los hijos.

Para algunas mujeres, la etapa de la madurez también es la oportunidad de vivir una vida sexual más plena, para tener más tiempo para sí mismas, para modernizarse, cuidar su cuerpo y rejuvenecerlo.

Los cincuenta años de la mujer de hoy son los cuarenta de antes, y representan la mitad del resto de la vida.

Este tiempo que les queda por vivir es valiosísimo, porque significa finalmente poner el acento en sí mismas, en la gratificación personal, la relación con sus pares, con su pareja y conectada con sus genuinos intereses.

Las mujeres de esta edad están transitando este tramo del camino con nuevos bríos y quedarse sin los hijos ya no representa para ellas el símbolo de la soledad de la vejez sino el de la libertad tantas veces anhelada.

La felicidad de los hijos en sus propias vidas significa haber logrado su primer objetivo, que no tiene por qué ser el único en sus vidas; porque los cincuenta años de una mujer es una nueva adolescencia que exige una nueva búsqueda de una nueva identidad y de sí misma.

Fuente: datos “LNR”, “”Mujeres a los cincuenta”; Fabiana Scherer