Es una noche de junio, callada,
vagando entre las sombras del jardín,
Yo abro mi ventana al cielo sin fin,
espejo de la noche engalanada.
Mi alma se llena con la voz pausada
que vibra entre las cuerdas de un violín,
y hasta el aire lleva olor a jazmín,
perfumado por magia de algún hada.
Una suave brisa trae el aroma
de mundos exóticos y remotos
que mi espíritu vuela cual paloma.
Mi mente arde con sueños imposibles
que hacen olvidar ideales rotos
y traen esencias indefinibles.