Todo comienza con una mirada, cuando levantas la cabeza y notas que alguien te observa… cuando dos miradas se trenzan, o nos sentimos contemplados; o la última mirada decide una resolución. Es ingente el lenguaje no verbal que hay dentro de una mirada, los ojos no sólo sirven para ver si no también para expresar.
Miradas de hielo, miradas de acero, tímidas miradas…
Todo se empieza a gestar en el ojo, tanto la recepción de la información, como el impacto que nos provoca, así como nuestra respuesta al exterior. Sería como respirar, continuamente inhalamos información y exhalamos sentimientos.
Miradas contemplativas, miradas reflexivas, miradas…
El ojo sería como un huevo gestado por una visión. Dentro se mezclarían en la clara sentimientos e impresiones, unidos al estado de ánimo, para llegar a la incubación de esta ovípara reproducción. Todo comienza con una mirada gestada, nadando en la albúmina del alma…
Al desplegar los párpados rompemos el cascarón y nacerá la observación, la selección, y abriremos la entrada. Lo percibido volará a la memoria perdiendo información, quedando a veces distorsionado. Si el interés es bajo se esfumará rápidamente, quedando olvidada; si el interés es alto se incubará, los aleteos serán firmes y permanecerá enjaulado.
Miradas tiernas, miradas soberbias, ovíparas miradas...
Hay cosas que desearías no haber visto y otras que más tiempo perduraran observadas. A lo largo de una vida millones de personas nos habrán observado, de esas, pocas, habrán formado parte de nuestras vidas; algunas de mirarnos se cansaron; y con otras cerramos nosotros los ojos y miramos para otro lado. Ojalá detectásemos la luz tan sabios como el ojo, que es un mero informante, a través de la retina. Aunque no hay nada que nos dé tanta información como observar a otra mirada.
Miradas fugaces, miradas rapaces, miradas milanas…
Hay miradas que se cruzan parlantes, cómplices o por el contrario esquivas o trabadas; turbadas o que no dicen nada.
Miradas de dolor, miradas de angustia, miradas de rabia, miradas….
Casi todos tenemos la capacidad de ver, pero no todos la de mirar, existen ciegos de ojos abiertos y visionarios de párpados tapiados. A veces mirando al suelo podemos ver el cielo reflejado en un charco…
Miradas de envidia, miradas de lujuria, miradas de rabia…
Miradas abiertas que confinan secretos,
miradas oscuras que aprehenden venenos, miradas…
Miradas con conexión de personas desconectadas,
miradas atribuladas de recuerdos alimentadas.
Miradas que vuelan bajo para posarse en tu rama,
miradas que soplan las chispas para recuperar la llama.
Miradas de fuego, miradas al miedo, miradas de reptiles,
miradas que en sus contornos denotan tus abriles.
Miradas exploradoras que nos olfatean, descaradas miradas,
miradas que siendo mudas te susurran mil palabras.
Miradas engalanadas, frías y sintéticas,
miradas de cara lavada de simpatía y belleza.
Miradas que mecen su ira por el vaivén de los nervios,
miradas que esconden tormentas bajo el azul de los cielos.
…y cuando en un punto fijo clavas tu mirada sin enfocar nada concreto…ojeas por un instante el mundo de los sueños….
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