Mary Higgins Clark, a los 83 años, aún sigue siendo en Estados Unidos la reina de las novelas de suspenso que se convierten en best sellers.
Dueña de una tenacidad a toda prueba para ser escritora, nunca renunció a su vocación a pesar de los avatares de su existencia y del rechazo de muchos editores que consideraban sus obras como demasiado livianas, simples y poco originales.
Siendo joven trabajó como empleada en distintos trabajo y luego tuvo oportunidad de recorrer buena parte del mundo como tripulante de cabina en aviones internacionales en la época en que las azafatas tenían el atractivo de las estrellas de cine.
Pero como buena descendiente de irlandeses católicos, quienes acostumbran a priorizar la familia, renunció a su trabajo para casarse con su primer marido, con quien tuvo cinco hijos. Sin embargo esa condición no le impidió la realización de su proyecto, a pesar de quedar viuda muy joven.
Escribió 29 novelas, una de las últimas “Recuerdos de otra vida”, una urticante trama relacionada con el controvertido tema de las posibles consecuencias psicológicas de los trasplantes de corazón, según la teoría que sostiene que las células de ese órgano tienen memoria molecular y las personas trasplantadas pueden recibir influencias emocionales y características de personalidad de los donantes.
Mary Higgins Clark se inspira en la crónica cotidiana y en sucesos que a otros les pueden pasar inadvertidos que para ella se convierten en los detonadores de historias que su prolífica capacidad imaginativa, crea.
Cuando creyó que había llegado el momento de iniciar su carrera literaria y recién llegada de su luna de miel, tomó clases de escritura en la universidad de New York.
Una de las técnicas que le enseñaron el primer día de clase, para encontrar un tema para escribir, fue tomar lo que leía en los diarios, secretos de familia, noticias escabrosas o truculentas y convertirlas en ficción agregándoles situaciones imaginadas que las hicieran más interesantes.
Aunque su motivación era mucha, vender su primera novela le llevó seis años, sin embargo nunca se dio por vencida, porque sabía que algún día lo lograría.
Conocía su valor como escritora y podía intuir que sería famosa, porque se veía a sí misma como una triunfadora; por eso nunca se arrepintió de dejar su trabajo para casarse y tener hijos, porque estaba segura de que alguna vez se cumplirían sus sueños de todos modos.
Antes de eso, Mary escribió diez años para un taller literario, hasta que su marido se enfermó gravemente del corazón, falleciendo cuatro años más tarde a los 36 años. Poco antes de su muerte, Mary consiguió un puesto de guionista de una serie radial.
De pronto se encontró sola y con cinco hijos; y en lugar de deprimirse hizo lo que tenía que hacer, seguir trabajando.
A Mary le atraen las personas con poderes psíquicos o sensibilidad extrasensorial. Una de ellas le pronosticó que viviría muchos años y que moriría en el extranjero.
Actualmente vive con su tercer marido, que tiene cuatro hijos y once nietos y que junto con los cinco hijos de ella y sus seis nietos forman una gran familia.
Confiesa que escribe las historias que quiere sin preocuparse por vender, pero resultan ser de valor comercial.
También fue muy criticada por no escribir escenas de sexo explícito ni violencia, sin embargo, ella piensa que las grandes historias de amor que permanecieron vigentes a través del tiempo, narran pasiones aptas para todo público.
Mary prefiere sugerir momentos para incentivar la imaginación en lugar de hacer una descripción de las escenas con lujo de detalles.
Sabe que la competencia es mucha y que existen actualmente muchos buenos escritores y que tal vez llegará el momento de dar un paso al costado.
Fuente: “LNR”; 03/2011; “La Dueña del Suspenso”; Constanza Guariglia.
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