Lo único que se puede hacer para generar genuina confianza es ser sincero, porque la sinceridad es la base y el sostén de una pareja, o sea mostrarse como uno es, sin máscaras y no con intenciones de ser otro para no arriesgarse a que lo conozcan.
No se puede estar representando un papel toda la vida porque en algún momento surgirá la persona real, tal cual es.
El que engaña al otro pretende vivir dos vidas y tener dos caras; por un lado asegurarse una pareja estable que lo ame y le sea fiel y por otro a alguien descartable, capaz de vivir de las migajas de otro, o muchas veces sin conocer la verdad, con la ilusión de ser la única.
¿Por qué engañan los hombres?, porque son varones y ellos están para la conquista, el juego y el trabajo, porque necesitan sentirse más hombres, tener la oportunidad de arriesgarse y excitarse con el peligro y porque tienen miedo de enfrentar la vejez.
¿Por qué engañan las mujeres?, porque están aburridas o porque no están bien atendidas por su pareja, porque quieren darle celos, porque temen envejecer.
Las emociones no todos las pueden controlar, pero sí se puede cuidar la conducta y ser discreto, porque ojos que no ven corazón que no siente y querer mantener el secreto significa que la otra persona algo les importa.
Los entusiasmos pasajeros son riesgos que se corren que pueden amenazar la relación de toda una vida y destruir una familia y no siempre son tan inocentes porque hay personas que esa relación la pueden tomar muy en serio y tornarse demandantes.
Hay personas que engañan a sus actuales parejas con relaciones anteriores, con las que tuvieron que romper porque las hacían sufrir.
De pronto, se acuerdan nada más que de lo bueno y les parece que cometieron un error en separarse, que es la persona de su vida y arriesgan perder a su nueva pareja con la que hasta ese momento eran felices.
Algunas de ellas resuelven seguir con las dos a la vez, por las dudas, sin saber que la infidelidad es muy difícil de ocultar, porque se intuye y también se huele; pero engañar para disfrutar lo mejor que puede brindar cada una es un juego peligroso que suele terminar mal y a veces de manera trágica.
Casi siempre no se trata de un sentimiento genuino el que las atrae, ni tampoco la nostalgia de otros tiempos, sino la novedad, salir de la rutina, volver a sentirse excitadas y deseadas.
Sin embargo, es más fácil ser sincero que mentiroso, porque el que miente tiene que seguir mintiendo en forma permanente para seguir construyendo ese mundo imaginario inventado que difícilmente se sostiene y que lo esclaviza; y el que dice siempre la verdad es libre.
Las personas que no son sinceras difícilmente cambian, porque es su forma de pensar y de vivir, y con los años ese defecto se agudiza.
Las parejas tampoco tienen que durar forzosamente a pesar de todo, porque se puede perder la integridad y la dignidad.
La sinceridad ayuda a que las parejas tengan una oportunidad de sobrevivir, manteniendo un diálogo permanente, para resolver las cuestiones que no se pueden admitir o aceptar, porque las caras largas o las peleas no son elocuentes y pueden significar muchas cosas.
La infidelidad se transmite de padres a hijos, porque se aprende a ser infiel, a beneficiarse traicionando la buena fe, a jugar sucio.
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