Las personas que padecen trastorno bipolar (TB) pasan de un estado de ánimo depresivo a otro totalmente opuesto de excitación maníaca que no pueden controlar y que les producen serios conflictos.
Sin embargo, esta experiencia tan dramática como intensa, con el tratamiento adecuado puede revertirse y cambiar la vida del paciente.
En Argentina padece de trastorno bipolar del 1 al 5% de la población general, al igual que en el resto del mundo; y el 10% de los pacientes que se atienden en los consultorios externos del Hospital Neuroqsiquiátrico Borda son casos de bipolaridad.
Esta enfermedad se considera crónica porque son pacientes que necesitan atención médica durante mucho tiempo, principalmente por la dificultad que presenta este cuadro para hacer un diagnóstico preciso.
Los especialistas diagnostican bipolaridad cuando una persona ha sufrido a lo largo de su vida depresiones profundas y al menos una vez ha tenido un episodio de manía o exaltación extrema.
La manía es un estado de ánimo de euforia constante que sale de lo común, también se manifiesta como un estado delirante de tipo expansivo en el que el paciente se siente poderoso e inspirado, con ideas religiosas o filosóficas extremas.
Existen distintos niveles de depresión y euforia lo que permite distinguir varios tipos de bipolaridad.
El cambio entre un período de manía y depresión es variable y entre ambos suele haber una etapa de estabilidad.
También pueden presentarse ambos estados de ánimo juntos y esa manifestación se denomina episodio bipolar mixto.
La cantidad de pacientes que presentan este trastorno puede llevar a considerar que se trata de una enfermedad propia de la época actual, sin embargo, existe desde el siglo primero después de Cristo, durante el cual ya se advertían en un mismo paciente episodios alternados de depresión y exaltación. La diferencia es que ahora existen más categorías para facilitar los diagnósticos y antes se reducían a los grandes cuadros psiquiátricos.
La edad promedio de aparición de los síntomas es alrededor de los 22 años aunque algunos investigadores reconocen dos formas de inicio, uno temprano y otro tardío; pero en general se manifiesta en la adolescencia y en la edad adulta temprana.
Sin embargo, también se ha observado la presencia de esta enfermedad en los niños, aunque los síntomas se pueden confundir con los del trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
La bipolaridad es una enfermedad neurobiológica con base genética y hereditaria, y el riesgo de su aparición en los descendientes directos es diez veces mayor que en personas sin esos antecedentes. En el caso de hermanos gemelos, la proporción del riesgo aumenta un 63%.
Lo que se hereda es la predisposición genética para desarrollar la enfermedad, sobre la cual actuarán o no los factores ambientales.
La mayoría de los pacientes que sufren de este trastorno suelen haber pasado por situaciones traumáticas que fueron los que desencadenaron los episodios afectivos bipolares.
Estos pacientes deben recibir el tratamiento farmacológico específico, adaptado a sus particularidades y un tratamiento psicoterapéutico adecuado.
En Argentina existen redes de ayuda para el paciente bipolar y su grupo familiar, como por ejemplo, la Fundación Bipolares de Argentina, www.fupipa.gov.ar; una organización gratuita que agrupa a pacientes bipolares y a sus familiares.
Pero lo fundamental es actuar a tiempo, o sea aceptar el problema, consultar al médico, enfrentar la enfermedad y seguir el tratamiento.
Fuente: LNR; “Entre la depresión y la euforia”; Eduardo Chaktoura; 8/2010.
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