El tratamiento de la vida emocional con la ayuda de animales puede ayudar a lograr el equilibrio anímico y a mejorar a pacientes con trastornos anímicos o problemas neurológicos, como por ejemplo, dificultades psicomotrices, parálisis cerebral, autismo, psicosis infantil, deficiencias múltiples, síndrome de Asperger, síndrome de Rett, síndrome de Down (con reservas), discapacidades sensoriales visuales o auditivas, e intelectuales de distinto origen; y también en neonatología. También se trabaja con adolescentes que han sido abusados o maltratados, que viven en hogares.
La profesora en educación especial y presidente de la Fundación Huellas de equinoterapia de Bahía Blanca, María Emilia Bianco; afirma que la terapia con caballos puede ser muy beneficiosa para personas con discapacidades.
La equinoterapia es una disciplina que se fundamenta en la relación entre el paciente, el profesor o terapeuta y el caballo. Esta técnica mejora la calidad de vida y ayuda a la inclusión social.
Existen tres niveles de aprendizaje según la capacidad de la persona, que son independientes entre sí y no sucesivos, porque cada uno realiza la actividad que puede:
1) La hipoterapia, que estimula los músculos y articulaciones a los pacientes que sufren discapacidades neurológicas severas.
2)La monta terapéutica que está dirigida al área pedagógica y psicológica.
3)La equitación como deporte para practicar quienes tienen las condiciones para hacerlo.
La forma de aprender comienza con el logro del acercamiento al animal y para lograrlo, los alumnos los pueden cepillar, hablarles o acariciarlos. Esta práctica es necesaria tanto para que el alumno se adapte como para que el animal se acostumbre a reconocer a la persona. Los caballos, tienen memoria y adaptan sus movimientos según el chico que lo monte; si es alguien que ya practica salto hace mucho tiempo se conducen de una manera más rápida y activa y si es una persona que hace poco que monta caminan más despacio y están más tranquilos.
Luego del acercamiento, viene la monta y al final de la clase los alumnos pueden darle al caballo una zanahoria, para favorecer su relación con el animal.
Esta técnica terapéutica está contraindicada en pacientes con síndrome de Down, los cuales tienen que ser controlados periódicamente porque pueden presentar una inestabilidad en las primeras vértebras cervicales; también en personas que padecen de osteoporosis y en quienes hayan sufrido luxaciones reiteradas de cadera o que sufren dolor.
La mejoría más notable es la relacionada con el vínculo emocional; y en cuanto al desarrollo psicomotor, se puede observar un avance más significativo en la monta, que en la movilidad de la persona cuando se baja del caballo.
Los chicos con TGD (trastorno generalizado del desarrollo), nunca son indiferentes a esta práctica y pueden concentrarse en el animal.
Andar a caballo ya es en sí misma una práctica terapéutica, porque obliga a estar concentrado y permite olvidarse de todos los problemas. Por otro lado, los chicos no lo toman como una terapia sino como una práctica para disfrutar o descansar y esta condición hace que se obtengan resultados más satisfactorios.
Fuente: “Club Salud”, “Diabetes en Positivo”; “Animales y vida emocional”, Equinoterapia.
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