Quererse a uno mismo es lo que permite amar a los demás, relacionarse mejor y triunfar en la propia vida, por eso es tan importante elevar el nivel de autoestima.
La autoestima es el reconocimiento del valor de sí mismo, es estar conforme con el propio esquema corporal, con la identidad, con la conducta, con las relaciones y con el trabajo que se ha elegido; es haber aprendido a respetar el propio lugar, las necesidades, los sentimientos y las propias emociones; es tener el coraje de seguir las inclinaciones y la vocación personal; es saber que lo que se ha llegado a ser ha sido ganado con fuerza de voluntad y esfuerzo; es tener proyectos y confiar en sí mismo; es saber perdonarse los errores y tener esperanza; es estar orgulloso de la persona que se es.
Pero existen pensamientos que pueden acosar a una persona y bajar su autoestima, como las ideas fijas que resultan inadecuadas. Esas ideas son aprendidas y condicionan su creatividad y su conducta; son un obstáculo para los cambios, la convencen de que es no es buena para algunas cosas y bloquean las oportunidades que se le presentan.
Cuando una idea está muy estructurada en el pensamiento y uno se da cuenta que lo limita, es necesario salir de ese condicionamiento abandonando el temor a cometer errores y al fracaso y además no pretender ser perfecto.
El perfeccionismo hace que los proyectos no se cumplan y por otro lado es una meta que es imposible cumplir porque no hay nadie que sea perfecto.
No es la perfección lo que permite realizarse como persona, sino la creatividad personal que es única.
Tampoco son sólo los resultados los que producen satisfacción, sino todo el proceso, la experiencia que se adquiere, lo que se aprende, lo que se puede expresar con el propio obrar.
Tener complejo de inferioridad es tener baja autoestima, es cometer el error de pensar que siempre serán los otros los mejores y que nunca los podrá superar porque cree que la vida es siempre una competencia con los demás.
Se puede ser diferente y único pero nunca compararse con los demás, porque los otros también son únicos y distintos. Solamente se puede hacer una comparación con el propio potencial, quién se es ahora y quién se podría ser.
Por esta razón resulta fundamental conocerse, aceptarse, comprenderse y ser bueno y compasivo con uno mismo.
Los sentimientos de culpa también bajan la autoestima y surgen cuando se actúa sin responsabilidad, pero estos sentimientos son inútiles si se continúa actuando en forma irresponsable, porque no hay juez más severo que uno mismo.
La autoestima no proviene de lo que dicen o piensan los demás, sino que es el propio auto concepto, la genuina sensación interna de estar intentando ser la mejor persona que se puede ser.
Las elecciones que cada uno hace revelan cómo se valora como persona. Si se elige no asumir riesgos, apostar a lo seguro, hacer lo que hace la mayoría, es porque se pretende ser perfecto y no se tiene confianza en sí mismo, en las propias cualidades ni en el potencial.
La depresión, la ira, el resentimiento y el rencor, son también elementos que disminuyen la autoestima, porque son emociones que no permiten avanzar y mantienen al individuo en el pasado, y el pasado no se puede cambiar.
Cada uno es responsable de su propia vida y no puede adjudicarle al destino las experiencias que le tocan vivir, porque el problema no es lo que sucede sino qué hace la persona con lo que le pasa.
Sentirse víctima es la mejor excusa para no intentar nada.
la guia de psicologia