Los grupos de género femeninos o masculinos son terapéuticos, porque se comparten experiencias, ayudan al aprendizaje, los participantes pueden comunicarse, escucharse y entenderse mutuamente, sentirse acompañadas, divertirse y relajarse.
Un grupo femenino que se reúne regularmente, brinda la oportunidad de hablar de temas personales, compartir interrogantes, aclarar cuestionamientos, tratar experiencias comunes y apoyarse mutuamente; y el hecho de estar atravesando etapas similares les permite afianzarse, elevar su autoestima y sentirse más seguras con sus decisiones.
Antiguamente las mujeres de una comunidad se dedicaban a la agricultura y compartían las labores y el cuidado de los hijos mientras los hombres salían a cazar o pescar. Celebraban su rol femenino alrededor del fuego y compartían su sabiduría ancestral.
En los grupos femenino actuales, no se trata de aconsejar ni de dar opiniones sino de respetar las decisiones de cada una estimulándose entre ellas para avanzar según su propia motivación. De esta manera, las dudas pueden disiparse, pueden aprender a confiar en sí mismas y liberarse de sus miedos.
El rol de la mujer en el hogar ha cambiado, por haberse incorporado al mundo laboral, sin embargo, la estructura tradicional se sigue manteniendo y por lo general la mujer en forma tácita, es la persona que tiene a su cargo su normal funcionamiento y a eso se agrega su trabajo extra hogareño que la obliga a multiplicarse para poder cumplir con todo.
Hoy en día la mujer está muy exigida si no cuenta con la colaboración de su pareja en las tareas hogareñas.
El grupo de mujeres le da la oportunidad de conocer como se desenvuelven otras personas en la misma situación, ayuda a enfrentar las responsabilidades con mayor entusiasmo y a tener una visión más clara de su rol. Valorada por sus pares se redescubre y se reconoce entre las otras, se atreve a hablar de sus problemas y a escuchar cómo las demás resuelven los suyos.
La mayoría de las mujeres suelen reaccionar a sus antiguas experiencias infantiles relacionadas con el vínculo con sus padres, y no a la situación real del presente generando de esta manera discusiones familiares y conflictos; y en estas reuniones, se pueden decir todas esas cosas no dichas que permanecen guardadas en el inconsciente y que afloran ni bien se producen situaciones similares a las experiencias de frustración vividas con personas significativas.
También existen grupos de hombres, aunque en menor proporción, que se reúnen, a veces, desconcertados ante las exigencias de sus mujeres, donde tienen oportunidad de hablar de la relación que tenían con sus madres y padres y cuestionarse el rol machista que heredaron.
En estas reuniones es importante guardar la confidencialidad, respetar el compromiso de reunirse con regularidad, no interrumpir a los que hablan hasta que terminen, turnarse para hablar y no juzgar ni dar consejos.
Estos grupos de autoayuda no requieren necesariamente de la presencia de un profesional. Como ocurre en los grupos de Alcohólicos Anónimos y otros similares, sólo es necesario que alguien que siente la necesidad de compartir experiencias tome la iniciativa e invite a personas conocidas o desconocidas a reunirse en un determinado lugar y establezcan un compromiso.