Eres mi riqueza, eres mi Señor,
eres la alegría de mi corazón.
No son más dichosos los que tienen el poder,
los atormentados por la sed de poseer.
No son más felices los que más dinero tienen,
los que siempre van buscando su interés.
No son más dichosos los mendigos del placer,
los que al agua turbia vienen a calmar su sed.
No son más felices los esclavos de la envidia,
los que olvidan sonreír y agradecer.
Los que siembran odios en lugar de hacer el bien,
los que ganan siempre y tienen miedo de perder.
No son más felices los hinchados y engreídos
que desprecian lo pequeño en su altivez.
Mucho más dichosos los que aman la verdad,
los que van brindando su alegría y su bondad.
Los que nos ofrecen el amor de cada día,
y reciben el amor de los demás.
(Cancionero Litúrgico)
Quetal
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