La falla tiene que ver con lo intuitivo, con la capacidad de inferir estados mentales o creencias, intenciones o deseos de otras personas; y con la capacidad de empatía.
Este es un síndrome que recién en 1994 fue incluido en las clasificaciones diagnósticas internacionales, pero fue en 1980 cuando se descubrió la tesis doctoral que el austríaco Hans Asperger realizó a fines de la segunda guerra mundial.
En Argentina existe la Asociación Asperger Argentina, fundada por padres de chicos y adolescentes que padecen de este síndrome, donde brindan información y asesoramiento sobre este tema.
El Instituto de Neurología Cognitiva, dispone de profesionales capacitados en este tema, para ayudar a los padres que no han podido encontrar un diagnóstico preciso sobre los trastornos de conducta que padecen sus hijos.
El diagnóstico precoz es muy importante dado que el cerebro tiene una mayor plasticidad en los primeros cinco años de vida, lo que permite mejorar el pronóstico.
Teniendo en cuenta que este es un síndrome apenas conocido, surge el interrogante sobre cuántas personas adultas pueden padecerlo sin saberlo. Al respecto, se llegó a difundir el rumor de que Bill Gates sufriría de este síndrome, aunque este es un dato que nunca se llegó a confirmar.
Es habitual que los padres tengan los mismos rasgos de estos niños, ya que se trata de un síndrome hereditario, que se manifiesta más en varones que en mujeres.
En la adultez, estas personas mantienen su inocencia, son muy honestos, ingenuos y no saben mentir, cuestiones que entorpecen sus relaciones, ya que en la sociedad que vivimos lo normal es la falsedad, la doble intención, el engaño, la prepotencia y la demostración de viveza al hablar y en el actuar.
Fuente: “LNR”; “Mi hijo tiene Asperger”; Gabriela Cicero, 07/2012.