La necesidad de relación según Erich Fromm
En su libro Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea Erich Fromm afirma que el hombre puede definirse no únicamente en sentido anatómico y fisiológico, también psíquico; al igual que ocurre con su cuerpo, existen leyes que gobiernan su funcionamiento mental y emocional.
Este psicólogo social, se dio a la tarea de estudiar al ser humano y
descubrió que existen cinco necesidades psíquicas comunes a todos los hombres, las cuáles son determinantes del comportamiento humano. En esta ocasión trataremos solamente una de éstas, la necesidad de relación, que frecuentemente se transforma en dependencia, ya sea en su forma masoquista o narcisista.
El ser humano ha sido sustraído de la unión primordial con la naturaleza que caracteriza a la existencia animal, es decir, sabe de su soledad y de su muerte, y no podría hacer frente a ello ni un instante si no encontrase nuevos vínculos con otros seres humanos, con algún grupo, o una actividad, etc. Es por esta razón que el autor explica que una persona perturbada en realidad es la que ha fracasado en sus intentos de establecer algún tipo unión.
Los individuos nacemos en sociedades que nos indican cómo relacionarnos con los otros, pero sólo algunas de estas parecen conducirnos al equilibrio y bienestar, muchas otras tan sólo nos llevan a la ansiedad y la autodestrucción.
Fromm distingue entre las
relaciones de dependencia y las relaciones de integridad. Las primeras son ilusorias pues se basan en la idealización de la imagen propia, a lo cual se llama sadismo, o a la idealización de la contraparte, a lo cual se llama masoquismo. Estos dos tipos de relaciones no se establecen únicamente con otra persona, también pueden ser respecto a un grupo, una institución, e incluso a una cosa o una actividad.
En las relaciones de dependencia el temor a la soledad impulsan al individuo a someter a alguien o a ser sometido por alguien, pero estas relaciones son muy dañinas porque inhiben la potencialidad del ser humano, lo hacen un mero apéndice de otra persona y lo alejan de su autonomía, además nunca producen una verdadera sensación de unión, por lo cual conducen a estados cada vez de mayor dependencia y aun abismo del que es complicado salir.
Por el contrario, las relaciones íntegras no se fundamentan en idealizaciones, requieren de ver a las personas y a las cosas tal y como son, tampoco se conservan por temor, se distinguen por su realismo, por su 'orientación productiva', a través de la cual el individuo puede desarrollar su potencial individual.
Relacionarse de una u otra manera marca la diferencia entre la tendencia al bienestar o al malestar mental y emocional; sin embargo, el hombre tiene que estar relacionado de alguna manera si ha de estar mínimamente cuerdo. Ocurre igual que con los alimentos, algunos son buenos y otros malos, pero se debe comer si no se quiere morir de hambre, y la muerte en el terreno fisiológico es como la locura en el terreno mental.
El hombre necesita estar vinculado, como sea, pero es preferible buscar formas adecuadas que nos conduzcan por la senda de la alegría.
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