CÓMO ELIMINAR LA PERFECCIÓN
Las personas perfeccionistas, sienten más frustraciones que otros, porque para quedar satisfechas necesitan que todo esté impecable, y por ello, pierden la libertad, están atadas a la presión de que todo tenga que estar genial.
Eliminar la perfección o por lo menos aminorarla es el objetivo de este artículo. No se puede tener paz interior, ni vivir una vida plena si se tienen altas exigencias a menudo. A continuación 4 técnicas que puedes poner en práctica:
1. HAZ EL EJERCICIO DE HACER LAS COSAS MAL
No se trata de convertirse en todo lo contrario, simplemente practicar a hacer tareas que no sean importantes y no estén bien hechas. Por ejemplo, si hasta ahora cocinabas de una manera perfeccionista, queriendo que todo quedara bien colocado en los platos, con formas equilibradas, etc… a llegado el momento de que dejes la comida imperfecta.
¿Por qué tienes que hacer una tortilla perfecta? Ahora puedes hacerla irregular y rota, no pasará nada, el sabor será el mismo y te habrás dado la oportunidad de ver que no tenemos por qué hacerlo todo tan bien y que la felicidad no se mide por las cosas que hago mejor o peor, sino por la esencia principal del disfrute de las cosas.
Si disfrutas más de lo bonita que te ha quedado una tortilla que de su sabor, te pierdes lo más importante y estarás atado a la esclavitud del perfeccionismo.
Otro ejemplo podría ser, las mujeres y el maquillaje. Muchas se ven incapaces de salir a la calle sin su rutina de arreglo perfeccionista. Maquillaje en la cara, raya de ojos, rímel, perfilado de labios…. Y si no llevan a cabo esa rutina no se sienten bien.
El ejercicio podría consistir en quitar una parte de la rutina habitual de maquillaje, como por ejemplo, si llevas años haciéndote la raya del ojo, no pasa nada porque algún día no te la hagas.
No tenemos por qué preocuparnos tanto por la apariencia, las personas que nos quieren, nos querrán igual, con maquillaje y sin él, y si no lo hacen es porque no merecían la pena y ese tipo de personas es mejor que se alejen de nuestra vida.
Aunque nos pensemos que necesitamos vernos bien para que los demás nos aprueben, en realidad, es uno mismo quien no se aprueba. Los demás no van a cambiar porque te vean mejor o peor aspecto, los demás nos valoran por lo que somos como personas, el problema está en uno mismo y no en los demás. Si tú te aceptas, los demás también.
Cada uno tiene que indagar en qué aspectos de su vida está esclavizado por la perfección y empezar a actuar en contra de ello.
Si antes no salías de casa si te salía un gran grano, ahora hazlo. Si antes te maquillabas hasta para ir a la playa, ahora no lo hagas. Si antes esquivabas hasta a los vecinos cuando no te veías buen aspecto, ahora dirígete hacia ellos y háblales como siempre.
Si nunca enseñabas fotos en las que no te veías bien y escogías sólo las mejores, ahora enséñalas. Todos tenemos fotos en las que salimos mejor y peor, pero debemos aceptarlo y una manera de aceptarlo sería no avergonzarse de ello y enseñarlas, porque somos humanos y todos tenemos buenos y malos días.
Si antes para colgar un cuadro en la pared, cogías el centímetro y medías hasta los milímetros para dejarlo recto, ahora hazlo a ojo, colócalo sin medir, como se vea bien a la vista.
Si eras incapaz de dejar un día la limpieza de la casa, ahora debes forzarte para dejarlo y dedicarte a otras cosas. Si antes ordenabas la casa a diario, ahora permítete dejarte algunas cosas por el medio y verás que no pasa nada, verás que eres más feliz porque no hay presiones, eres más libre y te puedes dedicar más tiempo al ocio que a las responsabilidades.
Todos los ejemplos que voy poniendo se centran en el equilibrio, los extremos son malos y es perjudicial tanto ser perfeccionista como ser demasiado dejado/a.
A menudo, las personas perfeccionistas, cuando algo no sale bien, se enganchan al error y no paran de darle vueltas a lo que deberían haber mejorado. No podemos dar marcha atrás, así que lo más inteligente cuando se comete algún error, es soltarlo de nuestra mente y seguir hacia adelante.
Recuerda que un fallo cometido forma parte del pasado, por mucho que pienses en ello, nada cambiará. Desvincúlate del error y sé consciente de que gracias a eso aprenderás para la próxima vez.
3. CAMBIA EL FOCO DE ATENCIÓN
Por lo general, una persona perfeccionista tiene el centro de atención puesto en cómo mejorar las cosas, se fija siempre en sacar defectos. Cambia tu visión de mejorar y perfeccionar, por el sentir, por mirar de disfrutar de la situación.
Que los sentimientos y las emociones sean más importantes que la búsqueda de hacer las cosas tan impecables.
4. MIRA LAS COSAS EN GENERAL, DEJANDO DE LADO LOS DETALLES
Las personas perfeccionistas se fijan en exceso en los pequeños detalles de las cosas. Eso hace que siempre se vean defectos, porque la perfección no existe, si nos paramos a observar minuciosamente, siempre encontraremos algo.
Aprender a mirar las cosas de una manera general, ayudará a eliminar la perfección. ¿Cómo podemos mirar las cosas en general? Mirando el contenido principal y no el detalle.
Por ejemplo, imagina que vamos a una exposición de pintura. Lo ideal sería apreciar la obra de arte en su conjunto, ver el cuadro desde una distancia apropiada y disfrutar de la esencia de la pintura.
Sin embargo, una persona perfeccionista, lo que podría hacer en esta situación, sería acercarse y mirar los detalles de la pintura. Detalles como, si hay grumos de quien lo pintó, si hay alguna imperfección en el marco, etc… De esta manera se pierde lo más importante, que sería disfrutar de la obra en su conjunto, en general.
Los detalles no son importantes. El punto más importante para eliminar la perfección sería dejar de lado los pequeños detalles y fijarse en lo más importante y global. Que un cuadro tenga imperfecciones en el marco, un golpe en una pequeña esquina, etc.. no influye en que se pueda disfrutar apreciando el dibujo que ofrece.
Normalmente, las personas perfeccionistas tienden a disfrutar poco de las cosas, suelen tener un estado emocional insatisfactorio, porque no miran lo esencial , que como decía “el principito”, lo esencial es invisible para los ojos.
Es importante desarrollar esa capacidad de centrarse en disfrutar emocionalmente de lo que nos rodea, en vez de mirar desde la razón los defectos.
Las personas más felices no son perfeccionistas. Saben que ni el universo lo es y que estamos aquí para disfrutar y no para hacer las cosas perfectas. Somos humanos imperfectos y no máquinas de precisión
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