Resistirse o aceptar
La aceptación es una puerta mágica que se cierra a los problemas y se abre a las oportunidades (Rafael Hernampérez)
Resistirse para evitar la realidad
En nuestra vida hay muchas experiencias dolorosas que no podemos eludir como las enfermedades, pérdidas, desilusiones, separaciones etc… que nos causan malestar. Si añadimos al sufrimiento de estas experiencias una actitud de resistencia, generaremos un sufrimiento que puede ser prescindible e innecesario.
La resistencia constituye un mecanismo de oposición a la realidad, acompañado de sentimientos como la rabia, el asco, el rechazo o la indignación, es decir, todo un movimiento emocional que nos priva de la calma y la lucidez, turbiándonos el entendimiento la mayoría de las veces.
La resistencia ocasiona una tormenta emocional que nos hará difícil vislumbrar la solución adecuada. Es como si fuera una emoción que va creciendo conforme se va tomando conciencia de lo que sucede o lo que acabamos de saber. Y que si no sabemos controlar puede llevarnos al estancamiento personal.
Además del sufrimiento añadido por la adopción de la postura resistente, lo que ésta acaba produciendo es la imposibilidad de encontrar una solución o respuesta adecuada a la situación desagradable que la provocó por varias razones, una es el impedimento de ver con claridad la situación en la que nos encontramos inmersos en su conjunto y otra, que las emociones resultantes nos impedirán en mayor medida llevar a cabo el remedio en práctica.
Por lo tanto, la resistencia no solo nos incrementa el sufrimiento, sino que nos hace más difícil el encuentro y la puesta en marcha de la solución al problema que nos sucede.
Y aunque el origen del rechazo y la resistencia sea completamente natural, ya que todos los seres vivos tratamos de evitar aquello que nos perjudica o hace daño y nos aproximamos a lo que nos favorece, el problema se origina o surge cuando aquello que no nos gusta presenta la característica de inevitable, por lo que no nos queda más remedio que afrontarlo.
Así, malgastamos nuestra energía en el conflicto interno que albergamos, en lugar de buscar o encauzarnos por el camino o solución correcta.
Aceptación como actitud en el presente
Si no oponemos resistencia, en cambio, surge la aceptación, a través de la cual permitimos que la realidad del presente sea tal cual es, sin oponernos a ella, reconociendo a la realidad, sintonizando con ella. Incluso, cuando se ha soportado un periodo de mucha resistencia, podemos vernos abrumados por lo inevitable del hecho que resistimos a aceptar, y rendirnos del todo, dejando por lo tanto de oponernos a él. Pero es cierto que la aceptación suele ser un proceso gradual, que tarda cierto tiempo en producirse.
Cuando aceptamos, el sufrimiento cesa y si somos capaces podemos llegar a sentirnos en sintonía con todo lo que es, viviendo lo que antes parecía una situación sin salida como un punto de partida y una oportunidad para enriquecernos. Aceptamos y así, permitimos en cierto modo el cambio, porque damos paso a la comprensión de las cosas.
Permitir que las cosas sean como son, aliarnos con la realidad, en muchas ocasiones nos exigirá que abandonemos proyectos concebidos para el futuro o que nos desliguemos de ciertas personas o cosas, para seguir avanzando.
Para finalizar, os dejo con un viejo proverbio, lo que se resiste, persiste. Sólo cuando comenzamos a aceptar, la situación cambia.
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