NO apartarse de su revolución interna, o el buen síndrome del patito feo
Uno puede mudarse a otro lado, lejos de su gente, de su familia, tal vez de su cultura. Uno se va a sentir como pato fuera del agua, todo lo que se veía desde el lago me es familiar, más es, igualmente ajeno. Al recorrer el mundo y salir al fin, de nuestro lago, encontramos lo otro, a los demás, conocemos, engrandecemos nuestra alma, nuestro espíritu, somos ciudadanos del mundo, y descubrimos, finalmente, lo que nos une a todos como seres humanos. Eso es maravilloso.
Pero, ¿qué pasa cuando nos apartamos de nosotros mismos? ¿De nuestros principios? ¿De nuestros sueños? ¿De todo aquello que nos hace reír, bailar, gozar, divertirnos, explorar, vivir feliz? ¿Cuándo nos apartarnos de nuestra revolución interna?
Nuestra revolución interna, no es la llama incandescente que arde desmedidamente en algunos momentos de nuestras vidas, es aquel fuego pequeño que queda resistente en la leña de nuestro corazón. Alimentado de muchas llamas anteriores, ese fuego está atado con lo que somos y con lo que realmente queremos ser. Ese fuego es el que nos impulsa, la escondida mecha que inicia el movimiento tectónico de nuestras felices vidas. No nos apartemos de él, es la única forma de ser y hacer feliz, de ser y hacer felices a los demás.
Haz hoy una lista de lo que te gusta hacer, las cosas que disfrutas, de tus talentos únicos, de otro lado, escribe tus metas y tus sueños. Mantén esa lista cerca de ti, de tu almohada, de tu escritorio, o en el lugar que quieras. Mírala todos los días, realízala, suéñala, recuérdala. El mundo es convulso, tienes sus propias necesidades, sus rutinas, sus intereses, te envuelve en él. Más tu eres único y dueño del mundo. Tú puedes influirlo con tu revolución interna, cambiarlo, generar buenas cosas para ti y los demás. Manda ahora mismo un mensaje a tu corazón y retoma tu revolución interna.
No tengas miedo, abre tu corazón y el mundo se te abrirá.