Psíndrome de münchhausen, la necesidad psicológica de estar enfermo
A prácticamente nadie le gusta enfermarse y pasar días en el hospital, pero a ellos sí: quienes padecen el psíndrome de Münchhausen fingirán estar enfermos para recibir una atención que les resulta aun más vital que su misma salud.
El psíndrome de Münchhausen (que recibe su nombre no de su descubridor, sino del barón Münchhausen, quien solía relatar aventuras fantásticas que nunca habían sucedido) consiste en fingir dolencias para recibir cuidados médicos y permanecer hospitalizado.
Cualquier método es válido para quienes padecen este trastorno: desde
aprenderse con precisión médica todos los síntomas de las enfermedades hasta producirse lesiones ellos mismos, en su afán por recibir asistencia. No se trata de estafadores o de simples mentirosos, puesto que no buscan obtener beneficio propio de sus enfermades ficticias o evadir responsabilidades. Quienes sufren del psíndrome de Münchhausen tiene una
necesidad psicológica de asumir el papel de enfermo y son conscientes de que es eso lo que buscan, aunque desconocen el motivo.
El origen muchas veces suele darse con la primera hospitalización por un problema de salud real. Muchos pacientes con el psíndrome de Münchhausen han sufrido de
abuso emocional o físico desde edades muy tempranas y han estado ingresados en el hospital en varias ocasiones desde la infancia, con experiencias traumáticas que los han llevado a desarrollar un vínculo muy fuerte con los médicos. Están familiarizados con la rutina hospitalaria y poseen conocimientos en medicina para fingir con la mayor precisión posible sus enfermedades, pero se les puede descubrir eventualmente cuando no mejoran con los tratamientos y empeoran justamente al estar bajo observación.
Es frecuente para este tipo de pacientes comenzar a
rodar de centro médico en centro médico hasta encontrar uno donde consigan que los acepten. Con el tiempo, pueden llegar a enfermarse físicamente de verdad, por las consecuencias de tanto tratamiento innecesario. Sus
relaciones sociales se deterioran, debido a que sus constantes estancias en hospitales los alejan de sus actividades normales y, al ser personas muy manipuladoras, suelen tener problemas con sus seres cercanos.
Son incapaces de controlar sus impulsos y no confían en las figuras de autoridad (incluyendo el mismo personal de los hospitales) por lo que suelen confrontar sus tratamientos. Tienen problemas de identidad, episodios psicóticos breves y un sentido distorsionado de la realidad.
Lo complicado de tratar el síndrome de Münchhausen reside en que, cuando el paciente es descubierto, se enfada y simplemente se marcha a otro hospital, por lo que
es muy difícil lograr darle seguimiento. Si bien está dispuesto a recibir atención médica por sus enfermedades ficticias, no lo está respecto del tratamiento psiquiátrico.
Enfrentar a este tipo de pacientes requiere
eliminar todos los reproches y culpabilizaciones, y convencerlos de que efectivamente padecen una enfermedad, pero que ésta se encuentra sólo en su mente y que, si la tratan, podrán disfrutar también de la maravilla de un cuerpo libre y sano.