Entré al jardín de mi ser,
percibo el olor de tu piel,
la miel de tus besos,
el fulgor de tus ojos,
tu alma bella y noble
tan dulce y suave como
la rica y mística miel.
En el jardín de mi piel
recibo tu fragancia haciendo
que me hagas estremecer.
La rosa que ha nacido en mi jardín
es la fiel muestra de amor
que deseo conservar,
para regalártela algún día
en una suave y apacible entrega
del más exquisito y tierno amor.
D.A.